El 24 de agosto, la postura de EEUU, expresada en la mayoría por congresistas y militares, fue reiterada desde el más alto nivel, concretamente por la portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert:
"Estamos en contra de que algunos de nuestros socios y aliados en el mundo se planteen comprar los S-400", afirmó la representante, quien agregó que EEUU "ya dejó claro que podría implementar sanciones contra otros países e instituciones".
Sin embargo, las amenazas de EEUU van más allá de privar al sector armamentista ruso de sus ingresos, sugiere el medio Military Watch, que analizó las razones por las que Washington aumentaría las presiones contra la compra de este equipamiento bélico de procedencia rusa.
Las conclusiones expresadas en la nota se pueden resumir en tres puntos clave.
Un 'insulto tecnológico'
Pero el hecho de que otros socios tradicionales de EEUU como Turquía y Arabia Saudí estén interesados en el sistema ruso en realidad pone de relieve que por el momento Washington no posee nada comparable a los S-400.
"Un gran interés hacia el sistema es una humillación para los fabricantes de armamento estadounidenses, dado que suelen proclamar su superioridad sobre cualquier equipo ruso", sostiene el medio.
Más cielos cerrados
La propagación de sistemas antiaéreos potentes como los S-400 afecta directamente los intereses de los países occidentales, dependientes de su supremacía aérea para hacer valer su fuerza militar.
Los S-400, en teoría, son capaces de detectar y derribar los aviones furtivos F-22 y B-2, durante mucho tiempo considerados inalcanzables, por no hablar de los F-35, que son una versión 'simplificada' de los F-22.
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Esta es una hipótesis que EEUU probablemente no querría comprobar por el riesgo de que fuera cierta. En este escenario, la propagación de los sistemas rusos causaría un importante cambio en el equilibrio de poder en los cielos de diferentes partes del mundo.
Impacto económico
Los ingresos para el sector de la defensa rusa por la venta de los S-400 son una consecuencia que EEUU consideraría 'desagradable', aunque sería todavía más peligrosa la rápida fabricación en serie de estos sistemas al existir demanda.
Con un precio cada vez más asequible, los S-400 podrían llegar a muchos ejércitos del mundo, y eso es algo que no está entre los intereses de EEUU. De aquí surge la determinación de Washington para frenar el avance de los S-400.
En el caso de Turquía, EEUU está dispuesto a expulsar a su socio del programa de los cazas F-35, algo que podría, a su vez, incentivar a Ankara a colaborar con Rusia en el proyecto del caza Su-57. De dar este paso, los turcos demostrarían de nuevo que EEUU ya no tiene el monopolio en el ámbito de las armas modernas, concluye Military Watch.
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