El yunque de este antiguo habitante de una de las tribus que habitaron las tierras escocesas hace 1.000 años —al norte de los ríos Forth y Clyde hasta el siglo X d.C, los pictos— no se había movido de lo que antaño habría sido su mismísimo lugar de trabajo. Un habitáculo circular construido en piedra y casi subterráneo en el que el herrero habría pasado mucho, mucho calor.
Stephen Dockrill, profesor de arqueología de la Universidad de Bradford (Reino Unido) y líder de la excavación en la isla de Rousay, ha explicado a The Guardian que en el yunque se pueden apreciar las huellas de sus manos y de sus rodillas, y que el hallazgo les pilló a todos por sorpresa.
"El análisis del suelo nos permite determinar con seguridad dónde trabajó el herrero, junto a una chimenea y dos yunques de madera. La sorpresa más grande llegó cuando levantamos el yunque de piedra más grande y lo limpiamos. Entonces pudimos ver huellas de carbón de las rodillas y de las manos del herrero", explica Dockrill.
Por los restos se deduce que el calderero picto trabajó casi a oscuras; con solo la luz que se filtraba por la chimenea y que desprendía el metal al rojo vivo. Los pictos eran un conjunto de tribus que vivían de la ganadería y que destacaban por sus trabajos en piedra y en metal.
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