EEUU no está del todo contento con las relaciones entre Moscú y Ankara, que lograron pasar de una fría enemistad tras el derribo del avión ruso Su-24 sobre Siria en 2015 a un respeto mutuo con capacidad de dialogar sobre temas problemáticos en Siria y de lanzar proyectos económicos de gran envergadura, como la central nuclear de Akkuyu y el gasoducto Turk Stream.
Para sabotear el contrato, Washington aplicó la presión y la paciencia (con un notable dominio de presión), y hasta un chantaje directo, pero Ankara se mantuvo firme y descartó una intervención tan descarada en su política de compras militares.
Al fin y al cabo, los senadores de EEUU pulsaron el botón y exigieron la exclusión de Turquía del calendario de ventas de los F-35A, a pesar de que Ankara invirtió mucho dinero y tiempo en el programa del caza con el fin de fortalecer su industria y hacerse con los sofisticados aparatos.
"De hecho, EEUU no tiene muchas opciones para castigar a Turquía. Unas sanciones de pleno derecho contra múltiples ventas militares no hubieran hecho nada salvo privar a la OTAN de uno de sus aliados más fuertes", opina el periodista Iliá Kramnik en su artículo para el diario ruso Izvestia.
Por el momento no se sabe qué forma exacta tomarán las restricciones estadounidenses ni la reacción turca, "pero es evidente que Turquía ahora, como mínimo, se interesará en otros posibles proveedores de cazas modernos", sugiere Kramnik.
¿Qué comprar?
En cuanto a los cazas de quinta generación, no hay más que dos opciones posibles: Rusia y China.
"Por el momento los J-20 chinos dependen de ciertas competencias tecnológicas rusas", recuerda Kramnik, tales como la creación de un potente motor. Además, tampoco son totalmente independientes.
Si bien aquel contrato parece haber evolucionado hacia la compra de un producto finalizado por la India —la información oficial todavía es escasa, a pesar de varios rumores publicados por los medios—, la industria rusa recibiría con las manos abiertas a cualquier socio capaz de suministrar recursos para finalizar el programa del Su-57 y fabricarlo en serie.
En este sentido, mientras China no mencionó hasta la fecha la venta de los J-20 a ningún socio extranjero, el Su-57 ruso fue ideado desde el inicio para acomodar a un socio semejante. No importa si es la India, Turquía u otro país quien pretende llevar una política propia en vez de someterse a las demandas y caprichos de EEUU.
"Está por ver que Ankara y Washington logren mantener su alto nivel de cooperación industrial-militar (…) pero la experiencia reciente demuestra que, cuando se trata de 'una huella rusa', EEUU pierde la capacidad de reaccionar razonablemente", concluyó el autor.
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