Pavel, presidente del Comité Militar de la OTAN, explicó a los periodistas que "no se produjo ninguna violación de las fronteras de las naciones bálticas [por parte de Rusia], ni siquiera una incursión aérea".
"La mayoría de las llamadas 'violaciones' tienen que ver con la pérdida de la comunicación o un error humano o técnico. Diría que se trata de un 90% de todos los casos", expuso el general al mencionar ejemplos como apagar los transpondedores, ocultar los trayectos de vuelo o la mala comunicación con los controladores aéreos.
El militar hasta abogó por dejar de usar el término "agresión rusa" respecto a Letonia, Lituania y Estonia, ya que no hubo ningún caso de hostilidades por parte de Rusia respecto a estos países.
Pero al fin y al cabo, el alto rango militar reconoció que "Rusia actúa en el marco de los parámetros acordados".
"De vez en cuando, registramos algunas medidas que podemos considerar provocativas, especialmente en las zonas de las maniobras [de la OTAN]. Pero juzgar si hay peligro o no queda en manos de un capitán de un buque o un piloto de una aeronave", concluyó.
Mientras el propio término de 'interceptación' ya está arraigado, en realidad supone un contacto altamente tenso ya que una verdadera interceptación supondría el cambio del trayecto del avión-incursor o incluso su aterrizaje forzoso.
Lo que realmente pasa en la mayoría de los casos debería calificarse como escolta, es decir, un gesto de precaución —o hasta de cierta 'cortesía'— en forma de vuelo conjunto a lo largo de las fronteras vigiladas. Hasta la fecha, no hubo casos cuando los aviones rusos, por ejemplo los bombarderos estratégicos, cambiaron de trayecto a causa de una 'compañía' de sus colegas de la OTAN.
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