sputnik
Los ilusionistas de la naturaleza

Los españoles Ricardo y Guillermo Gruber acercan el mundo salvaje a los museos. Su obra se centra en la reproducción de ecosistemas a gran y pequeña escala. Un trabajo que engaña a la vista.


Por Alejandro Cuevas Vidal

© Gruber y Gruber Creaciones
Foto: Águila imperial robotizada

La naturaleza siempre ha sido musa del arte. La montaña Sainte-Victoire y sus campos circundantes fueron el gran motivo de Cézanne, mientras que la vegetación bretona y tahitiana acompañaron las grandes escenas de Gauguin. Los animales conquistaron los pinceles de Delacroix y Courbet. También las manos de Barye o Botero. En ocasiones, flora y fauna servían para mostrar el propio mundo interior del creador. En otras, las obras simplemente tenían la misión de acercar bosque o mar a la urbe. Depositar una brizna de un ecosistema puro en el corsé de las salas de exposición.

Guillermo (izquierda) y Ricardo (derecha) Gruber
Los hermanos y artistas Ricardo y Guillermo Gruber todavía recuerdan sus salidas campestres de su niñez. Cuando llegaba el fin de semana, abandonaban su Santander natal para dirigirse al barrio de Arroyo, situado en Santillana del Mar. Fue en aquel enclave de piedra donde comenzaron una colección de mariposas. Su enganche a la naturaleza. "Empezó con nuestros padres cazando una que estaba posada en la cerradura de la puerta de entrada a la casa del pueblo. Nosotros seguimos. Hasta nos avisaban del colegio si veían alguna diferente", rememora Ricardo. 

"La fiebre que hay con los Pokémon la teníamos nosotros con las mariposas. Fue la manera en la que empezamos a adentrarnos en el campo", añade Guillermo. 

Su última captura fue la mariposa esfinge de muerte, conocida por la calavera que se dibuja en el dorso de su tórax. También por tapar los labios de Jodie Foster en El silencio de los corderos. "Esto ahora es ilegal, pero antes todo era muy salvaje. Había que pinchar a los insectos con un alfiler. Esta mariposa emitió un lamento. Debe ser un sonido habitual en su especie. Para nosotros supuso el final de la colección", relata Ricardo. Un grito que cerró su muestrario, pero que no acabó por su interés por la vida natural.
Es más, Guillermo se licenció en Biología. Su hermano siguió los pasos de su padre, el pintor Eduardo Gruber, y se graduó en Bellas Artes. Sin embargo, ambos gustaban de la profesión del otro. Ricardo no pudo alejarse de animales y plantas. Tampoco el científico se desentendió del arte, presente en el seno familiar desde siempre. Sus intereses comunes fueron el germen de Gruber y Gruber Creaciones. Proyecto con el que firman su obra. "Hemos casi inventado una profesión", ríe Guillermo.
Foto: Proceso mural.
El ecosistema musealizado

Foto: Mural de La Nava.
Diorama de osera con oso.
Hace 25 años que sus creaciones saltaron al gran público. Comenzaron con ilustraciones del mundo salvaje en acuarela para libros de texto y cuentos infantiles. Incluso, dibujaron las jugadas de fútbol para un programa de Canal+. Sin embargo, su interés radica en la fauna. La naturaleza es su objeto artístico. Esta es la protagonista de sus gigantescos murales pintados en centros de interpretación de la naturaleza. También de los audiovisuales, escenografías o réplicas de animales conforman su obra. "No había nada planificado. Hacemos lo que nos parece interesante y entra en nuestras capacidades. Igualmente, nos gusta intentar cosas nuevas", señala Ricardo.

El resultado de dos décadas de labor desemboca en muestras como la ideada para el centro de interpretación de visitantes de Picos de Europa. Allí, en una sala oscura se reproduce una secuencia de dos minutos sobre el bosque cantábrico. De pronto, el habitáculo se funde en negro. Entonces, aparece la figura de un oso hiperrealista hibernando en su cueva. Un juego de pantallas permite que la escultura permanezca oculta hasta el momento oportuno. Solo entonces, el exterior se cuela dentro del edificio.

Como sucede en este caso, el destino final de su trabajo son principalmente museos y exposiciones. En España, centros de interpretación de parques nacionales, naturales o regionales cuentan con sus creaciones. Por ejemplo, Monfragüe, más allá de Picos de Europa. Fuera de las fronteras del país, los hermanos Gruber han trabajado con el Museo de Historia Natural de Valparaíso (Chile), el Museo Nacional de Catar o el equivalente francés a la Sociedad Española de Ornitología. Precisamente, en tierras galas, han laborado en múltiples talleres educativos. Su último proyecto les lleva hasta Estados Unidos. "Siempre tuvimos los dioramas del Museo de Historia Natural de Nueva York como referencia. Ahora trabajamos con uno de los conservadores del centro. Para nosotros es como cerrar un círculo", apunta el licenciado en Bellas Artes.

Los concursos públicos suelen ser su hábitat, aunque también reciben encargos privados. Entre estos, su firma aparece en un mural de 650 metros cuadrados situado en el Centro Andaluz de la Fauna Salvaje. Guillermo admite que en ocasiones tienen que rechazar proyectos por inviabilidad, pero también por falta de tiempo. "A lo largo del año realizamos dos o tres trabajos de gran magnitud y réplicas que podemos hacer en el estudio. Además, intentamos combinarlos para no saturarnos", puntualiza el biólogo. Aburrirse no entra en su vocabulario.

"Nuestro objetivo también es disfrutar. No queremos hacer figuras una tras otra sin más. Al final, metemos horas y meses en esto y es fundamental que el camino sea placentero", continúa Guillermo.
Foto: Cúpula de balneario de Solares (Cantabria).
El arte de replicar


Foto: Mural de los hermanos Gruber.
"Es muy interesante. Se aprende mucho sobre el comportamiento de los animales o la jerarquía que existe en el bosque".
La naturaleza es su modelo. Motivo por el que acostumbran a empaparse de ella, sea mediante el estudio bibliográfico o la observación. Es más, Guillermo subió hace escasos días a los Picos de Europa para recolectar el material grabado en distintas cámaras fijas de fototrampeo, destinadas a un proyecto sobre el paso de las estaciones en el parque nacional. "Es muy interesante. Se aprende mucho sobre el comportamiento de los animales o la jerarquía que existe en el bosque", destaca el científico. Lentes que han almacenado desde el zarpazo que recibe de un oso o el lobo que circula a su alrededor hasta la comadreja que orina en esta.

A partir de la información obtenida, empieza el proceso de manufactura. Especialmente delicado es el de las esculturas de animales. Para su construcción, los Gruber emplean materiales ligeros como corcho, aluminio o silicona. Estos componen el esqueleto de las figuras. Sobre su estructura reposan pelos, plumas o escamas. Eso sí, siempre sintéticos.


"Rechazamos emplear el animal muerto. No somos taxidermistas. Por ello, usamos plásticos especiales. Las pieles nos las hace la empresa estadounidense que fabricó el pelaje de Chewbacca en Star Wars. Les damos unos patrones de longitud y una gama de colores y lo diseñan. Luego lo ponemos sobre la escultura. Es como si fuera licra, por lo que se adapta perfectamente a esta. Es casi como una piel real que se adapta al cuerpo", afirma Ricardo.

En el caso de las plumas, estas se tienen que recortar una a una y colocarlas con sumo cuidado. La delicadeza forma parte de su particular artesanía. Precisamente, Ricardo comenta que momentos antes de la entrevista peleaba con las antenas de un caracol negro gigante de Chile en el taller que ostentan en el madrileño barrio de Vallecas. El uso del pincel o la pinza se mide con cuidado. Cualquier paso en falso podría desencadenar una tragedia.
Foto: Mural ideado por Gruber y Gruber Creaciones.

Problemática también es la robótica. Algunos de sus animales incorporan movimiento, por lo que es necesario diseñar un mecanismo que evite la quietud. "Ojalá tuviésemos una sección de ingeniería", dice entre risas Ricardo. La mecanización de las piezas se realiza de forma intuitiva. Sin embargo, la movilidad no se puede aplicar a toda la fauna. "Solo la empleamos en caso de que aporte algo al mensaje que si quiere dar. Si resta, no la añadimos. Hay que pensar que las aves se pueden robotizar, pero no un lobo o un ciervo. Los movimientos deben ser sencillos y agradables. No pueden quedar bruscos y poco naturales", asevera Guillermo.

En su particular lista de creaciones hay linces ibéricos, quebrantahuesos, águilas imperiales, búhos nivales, osos pardos, salamandras o innumerables especies de insectos. A simple vista, uno no sabe si se encuentra frente a una obra de la naturaleza o la mano del ser humano. Uno no sabe dónde acaba la ficción y empieza la realidad. Los Gruber se han convertido en maestros del trampantojo.  

Una ilusión que no contiene ningún tipo de mensaje, más allá del que quiera dar la galería que guardará su obra. Normalmente, uno de sostenibilidad y respeto a la naturaleza, ideario habitual de los espacios en los que reposan sus trabajos. A pesar de la ausencia de significado, sus esculturas hiperrealistas son una versión sostenible del antiguo oficio de la taxidermia. "No encaja con nuestra filosofía", espeta Ricardo. La decadencia de este sector, marcada por las actuales políticas conservacionistas que imperan en los diferentes países, supone una oportunidad para los artistas, concienciados y preocupados por la preservación del medioambiente.


Réplica de mantís.
Aquellos niños que tiempo atrás cazaban mariposas en la campiña cántabra también se entretenían con la elaboración de figuras. Eran incitados por su tío Christian, marionetista y creador de los guiñoles del Canal+ francés. Este les mandaba imágenes y ellos le respondieron con su primer muñeco. "Tenéis que ser perseverantes" fueron las palabras que les dedicó, mencionan los hermanos con una sonrisa. Se puede decir que le hicieron caso.



Para ver todos los proyectos interactivos de Sputnik
© 2022 Sputnik. Todos los derechos reservados

Fotos: Gruber y Gruber Creaciones
Texto y diseño: Alejandro Cuevas Vidal
Lo último
0
Para participar en la conversación,
inicie sesión o regístrese.
loader
Chats
Заголовок открываемого материала