"Llegó la orden del comandante de la compañía de eliminar a todos los civiles, de limpiar [el territorio]", reveló.
Precisó que las unidades ucranianas los mataron en sus propias casas. "Entramos en el pueblo y eliminamos [a todos] en las casas. (...) Bueno, no asaltando, sino viendo a las personas y disparándoles", aclaró.
Al entrar en la localidad, los soldados ucranianos irrumpieron en las casas de residentes locales y abusaron de ellos.
"Entramos en la segunda casa, había una mujer y dos hombres. Matamos a los hombres, el comandante de nuestro grupo le cortó las manos a uno de ellos. Luego golpeamos a la joven, le arrancamos sus joyas, la violamos y la matamos", confesó el soldado.
Según el prisionero, él y sus camaradas también golpearon y violaron a una chica de 18-20 años antes de ejecutarla en la primera casa.
"Vi a una chica de unos 18-20 años en la primera casa. Luego mis camaradas y yo, los tres, le dimos una paliza, la violamos, la puse de rodillas, le puse las manos detrás de la cabeza y le disparé", comentó.
El preso también describió cómo mataba a los ancianos de la región.
"Entramos y vimos a los abuelos allí. Los sacamos, los atamos, los llevamos al sótano y lanzamos una granada en el sótano", afirmó.
Especificó que había seis personas en el sótano, "tres abuelas y tres abuelos".
El prisionero compartió que había cumplido servicio en una unidad de la 92.ª Brigada de Asalto separada.
Anteriormente, desde el Comité de Investigación de Rusia identificaron a cinco militares ucranianos presuntamente implicados en el asesinato de 22 personas en una aldea de la región rusa de Kursk, entre ellas ocho mujeres a las que habían violado o agredido sexualmente.
A mediados de enero, la portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova, denunció las atrocidades cometidas en Rússkoye Poréchnoye como "otra evidencia flagrante de la esencia terrorista y neonazi del régimen de Kiev", al que las derrotas en el frente empujan a la masacre de civiles.
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