Según el medio, el objetivo de Gobierno británico de no emitir gases de efecto invernadero en 2050 ha puesto en jaque a la industria del petróleo y el gas, así como a diversos proyectos en el mar del Norte.
"El Gobierno laborista ha prometido prohibir nuevas prospecciones, aunque algunos yacimientos podrían funcionar más allá de 2050. Los directivos del sector afirman que un régimen fiscal incierto está dificultando la transición", señaló el diario en un texto difundido el pasado 15 de agosto.
Conforme al análisis, desde 2022, el Gobierno introdujo un impuesto sobre los beneficios de la energía (epl) del 25% para las empresas petroleras y gasistas; siete meses después se elevó al 35%. Inicialmente previsto para 2025, el impuesto se prorrogó hasta 2028, y posteriormente hasta 2029.
Según la revista, lo que comenzó como un impuesto puntual sobre los elevados beneficios provocados por la escalada de los precios del petróleo y el gas tras la operación militar especial rusa de Ucrania, ha dado paso a "un impuesto prolongado que ha sido objeto de constantes retoques".
De acuerdo con el reporte, el impuesto aumentará al 38% a partir de noviembre y se prorrogará hasta marzo de 2030 y, sumado al impuesto de sociedades y al recargo existente sobre los beneficios del mar del Norte, elevará el tipo impositivo efectivo al 78%, "uno de los más altos del mundo".
Además, Rachel Reeves, la canciller del Gobierno, también ha declarado que quiere eliminar la "injustificadamente generosa" desgravación por inversión del 29%, que permite a las empresas reclamar parte de sus costos de exploración.
Gran Bretaña tiene "uno de los costos de equilibrio y de costo por barril más altos del mundo", dijo al semanario Steve Bowyer, que gestiona los activos del mar del Norte en EnQuest, un productor de Aberdeen.
The Economist resalta, además, que las empresas británicas productoras de petróleo y gas han dejado de obtener financiamiento de los bancos y el sector tampoco cuenta con la simpatía de la opinión pública.
Para empresa como Serica, que produce el 5% del gas natural británico, el paso a las energías limpias "no parece tanto una transición como un precipicio", destaca el medio especializado en asuntos económicos.
Otras empresas como Harbour Energy, el mayor productor del mar del Norte, han recortado inversiones y cientos de puestos de trabajo y otras más como EnQuest podrían desviar fondos al sudeste asiático o a otras partes del mundo.
"Según el banco de inversión Stifel, la subida de impuestos podría reducir las inversiones en un 55% durante la próxima década, lo que supondría un descenso de 20.000 millones de libras (25.400 millones de dólares)", afirma el diario.
2 de octubre 2021, 06:00 GMT
A decir de la revista británica, un descenso desordenado podría dificultar la reconversión de los trabajadores, como ocurrió con el cierre de las minas de carbón británicas en los años 80 y también adelantaría los costos de desmantelamiento al grado de que algunas empresas podrían desistir de trasladar sus inversiones a proyectos ecológicos.
Según The Economist, Gran Bretaña sigue dependiendo de los combustibles fósiles, cuyas importaciones aumentarán probablemente con la desaparición de las inversiones en el Mar del Norte. Tres cuartas partes de la energía del país siguen procediendo del petróleo y el gas; a mediados de la década de 2030, lo hará la mitad.
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