El resultado de las elecciones regionales celebradas el 21 de abril en el País Vasco configura un panorama en que el histórico partido del nacionalismo vasco, el Partido Nacionalista Vasco (PNV), pierde parte de su hegemonía en el tablero político, dado el impetuoso ascenso de los independentistas de EH Bildu, que han conseguido el mismo número de escaños (27) en el Parlamento regional.
En tercera posición se sitúan los socialistas, cuya marca regional, el PSE, obtuvo 12 asientos. Le sigue el Partido Popular (PP) con siete. Y con un escaño cada uno, cierran el arco parlamentario Sumar -
socios de Pedro Sánchez en el Gobierno de coalición de España- y el partido de extrema derecha Vox. Es decir, el predominio de nacionalistas y soberanistas en la cámara autonómica
es abrumador, mientras que los partidos de corte estatal quedan relegados a posiciones secundarias.
Sin embargo, es poco probable que el conservador PNV y el izquierdista EH Bildu suscriban un acuerdo de Gobierno, por lo que es previsible que los primeros reediten su acuerdo con el PSE, que de nuevo obtendrá la llave de la gobernabilidad en el País Vasco. En cualquier caso, el paisaje político en el territorio difiere ampliamente del existente a nivel nacional, donde el PP tiene una mayoría exigua de diputados en el Congreso y, además, goza del favor demoscópico, ya que la práctica totalidad de las encuestas otorgan una mayoría absoluta al resultado combinado de PP y Vox.
Habida cuenta de que los partidos nacionalistas e independentistas representan las opciones mayoritarias del electorado vasco, cabe preguntarse si una vía soberanista puede abrirse paso ahora en el territorio e incluso impulsar una agenda política que derive en la exigencia de un referéndum de autodeterminación.
"No sucederá ni a corto ni a medio plazo, la política vasca camina ahora por una senda de relativa tranquilidad, solo sobresaltada por estas elecciones", explica a Sputnik Paloma Román, profesora de ciencia política de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), que, además, cree que se intentará "rebajarlas expectativas" de EH Bildu de un cambio de ciclo.
En el Partido Popular, donde
siguen asociando a EH Bildu con el extinto grupo terrorista ETA, se muestran intranquilos ante el crecimiento de los soberanistas vascos. Su secretaria general,
Cuca Gamarra, calificó el hecho de "mala noticia" para España y de ser producto del "blanqueamiento" de Pedro Sánchez a este partido. "Las elecciones vascas demuestran que el Gobierno se ha convertido en una fábrica de independentismo",
escribió en su cuenta personal de la red X.
Las declaraciones de esta dirigente expresan algún modo la recurrencia del PP al tema del terrorismo de
ETA,
disuelta definitivamente en 2018, pero que deviene en una suerte de comodín en la política española a la hora de entablar críticas al Gobierno central. Por contra, estima P. Román, la normalización de la convivencia en el País Vasco prosigue paso a paso y "no da la sensación de un enfrentamiento tan polarizado como en el nivel estatal".
"Es curioso que la culpa del éxito de EH Bildu en el País Vasco la tenga Pedro Sánchez", afirma esta politóloga, que entiende tales declaraciones como un signo de que el PP no ha terminado de asimilar su
estéril victoria en las elecciones generales de julio de 2023.
El expresidente José Luis Rodríguez Zapatero también es de la opinión de disociar el debate político del terrorismo de ETA. A su juicio, lo "más relevante" de los comicios vascos es que su campaña electoral discurrió en paz y que "ni el terrorismo ni la independencia están ya, afortunadamente, en la conciencia de la sociedad vasca y el conjunto de España", afirmó en una entrevista a Eldiario.es.
Está por ver si la formación del nuevo Gobierno vasco puede condicionar los apoyos parlamentarios del Gobierno de coalición en Madrid. Porque si en el Congreso de los Diputados PSOE y Sumar cuentan con el voto favorable de EH Bildu, en el Parlamento vasco los soberanistas no contarán con el favor de los socialistas para formar el nuevo Ejecutivo, pese a tener los números suficientes.
Tras los
malos resultados de los socialistas en las elecciones regionales en Galicia, estos se han redimido un tanto en el País Vasco, pues ganan dos diputados y son clave para que pueda seguir gobernando el PNV, si bien este no puede dar una imagen de debilidad dejando entrar a los socialistas en un hipotético gobierno de coalición. Pero Pedro Sánchez y el PSOE salen fortalecidos de las elecciones vascas de cara a la próxima
cita electoral en Cataluña en mayo, donde las encuestas les son favorables.
De resultas, el panorama es paradójico; el Parlamento vasco queda dominado por fuerzas nacionalistas sin ambiciones soberanistas a mediano plazo, y en Cataluña, donde la pulsión independentista todavía es grande, es previsible que no gane ninguno de los partidos que la encarnan. La situación se explica, en palabras de Paloma Román, en la "distinta situación" de ambos nacionalismos periféricos, que ha marcado "itinerarios opuestos".