"Chernóbil fue una tragedia de dimensiones incomprensibles, pero aún no conocemos a fondo los efectos de la catástrofe en las poblaciones locales. ¿El repentino cambio medioambiental seleccionó especies, o incluso individuos dentro de una especie, que son naturalmente más resistentes a la radiación ionizante?", explica Sophia Tintori, bióloga de la Universidad de Nueva York, que dirigió el estudio.
"Ahora que ya sabemos qué cepas de O. tipulae son más sensibles o más tolerantes al daño del ADN, podemos utilizarlas para estudiar por qué distintos individuos son más propensos que otros a sufrir los efectos de los carcinógenos", concluye Tintari, citada por el servicio de prensa de la universidad.
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