El mayor fabricante chino de vehículos, BYD, vendió 500.000 vehículos eléctricos en el cuarto trimestre del año pasado, dejando atrás a la Tesla de Elon Musk.
Estos números son relevantes toda vez que el vehículo eléctrico más barato vendido en China por BYD cuesta alrededor de 12.000 dólares, señala el medio, en comparación con los 39.000 dólares del Tesla más barato de Estados Unidos.
"Los vehículos eléctricos chinos son tan elegantes y, lo más importante, baratos, que la limitación de su exportación hoy en día es la escasez de embarcaciones para transportarlos", señala The Economist.
Además, a medida que el mundo avance hacia la descarbonización, la demanda de este tipo de vehículos de manufactura china aumentará mucho más, calculó la publicación.
En ese sentido, apunta el rotativo, dentro de seis años, Pekín podría duplicar su participación en el mercado global hasta llegar a un tercio del total, poniendo fin al dominio de los principales productores occidentales, especialmente en Europa.
Ante tal escenario, agrega, las autoridades de los países más ricos se verán tentadas a proteger a sus fabricantes de automóviles.
Ya en octubre de 2023, la Comisión Europea abrió una investigación sobre los automóviles chinos. Mientras que el presidente estadounidense Joe Biden estaría considerando incrementar los aranceles sobre estos autos, a pesar de que no representan una amenaza a los fabricantes del país norteamericano, que se encuentran blindados por un impuesto del 27,5% y por la Ley de Reducción de la Inflación.
En ese sentido, el texto sostiene que "bloquear el acceso a los automóviles chinos sería un error. Los beneficios potenciales para Occidente de un suministro inmediato de vehículos ecológicos y baratos son sencillamente enormes y eclipsan el costo de la disrupción y los peligros que conlleva".
Adicionalmente, el artículo señala que, independientemente del comercio con China, el mercado de automóviles sufrirá un vuelco. Esto porque en 2022, entre el 16 y el 18% de los autos nuevos vendidos en todo el mundo eran eléctricos. Para el 2035, sin embargo, entrará en vigor la prohibición de la Unión Europea de automóviles con motores de combustión interna.
De esa manera, sostiene el texto, existen diversas ventajas al permitir que el comercio fluya. Una de ellas es que los vehículos se encuentran entre las compras más importantes de la gente, siendo el 7% del consumo en el mercado estadounidense.
"Autos más baratos significan más dinero para gastar en otras cosas, en un momento en que los salarios reales se han visto afectados por la inflación", señala The Economist.
"Y los coches chinos no sólo son baratos; son de mejor calidad, particularmente con respecto a las funciones inteligentes de los vehículos eléctricos que son posibles gracias a la conectividad a internet", añade.
En cuanto a los temores de un nuevo "shock de China", el artículo recuerda que la existencia de una industria automovilística no es determinante para el crecimiento económico de un país. Así, cita como ejemplo el caso de Dinamarca, que goza de uno de los niveles de vida más altos del mundo sin tener un fabricante de vehículos.
"Por lo tanto, las autoridades deberían frenar sus instintos proteccionistas y preocuparse solo en el improbable caso de que los fabricantes de automóviles occidentales implosionen por completo (...) Si China quiere gastar el dinero de los contribuyentes subsidiando a los consumidores globales y acelerando la transición energética, la mejor respuesta es darle la bienvenida", concluye el artículo.
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