Los días 8 y 9 de enero, Kim Jong-un visitó las principales fábricas de defensa norcoreanas, donde inspeccionó la producción de armas y municiones, y asimismo, elogió su trabajo.
Altos cargos del Comité Central del Partido y de las Fuerzas Armadas acompañaron al líder norcoreano en el viaje.
Durante su visita a las plantas, Kim Jong-un se familiarizó con la situación de la producción de armas y municiones y expresó su satisfacción por el hecho de que las fábricas estén llevando a cabo con éxito el plan para equipar con armamento de última generación a las principales formaciones militares y a las principales unidades de misiles del país.
Al mismo tiempo, el líder norcoreano señaló una serie de defectos en la organización de la producción militar y esbozó tareas para mejorar los principales indicadores de producción, subrayando que la industria militar del país debe mejorarse constantemente para que la nación pueda aumentar su capacidad militar.
Kim Jong-un también evaluó la situación de seguridad de Corea del Norte y la situación en la región, indicando la necesidad de la continua creación de una fuerza militar superior.
Según el mandatario norcoreano, el país más hostil es Corea del Sur, que, según sus palabras, lleva 80 años intentando derrocar el poder y el gobierno del país vecino.
Kim Jong-un también añadió que si Seúl utiliza las fuerzas armadas contra Corea del Norte, todo el arsenal se pondrá en acción para convertir a este país en cenizas.
Desde principios de año, el conflicto en la península coreana ha vuelto a escalar. Kim Jong-un declaró que no consideraba posible la unificación de los dos Estados y calificó a Corea del Sur de "colonia de Estados Unidos". Además, el 5 de enero, el Ejército coreano, según la agencia surcoreana Yonhap, disparó unos 200 proyectiles de artillería contra las aguas cercanas a la línea fronteriza septentrional con Corea del Sur.