"[España] compró a Rusia en junio el equivalente a 7.673 gigavatios hora (GWh) de GNL. El combustible procedente de Rusia representó el 26,8% del volumen total de gas comprado por España", informaron desde la compañía energética española.
A Rusia le siguen Argelia (21%), y Estados Unidos (18,5%).
Desde principios de año, el reino ha comprado 41.145 GWh al país euroasiático. En 2022, el volumen de GNL comprado a Rusia con destino a España aumentó un 45% respecto a 2021, a pesar de las restricciones contra Moscú debido a su operación militar especial para desmilitarizar Ucrania. Así Rusia se convirtió en el cuarto proveedor de gas de España, por detrás de Argelia, EEUU y Nigeria.
Esto ocurre a pesar de que en marzo pasado, la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra de Energía del país ibérico, Teresa Ribera, envió una carta a las empresas energéticas españolas y a los principales vendedores privados del combustible para pedir que dejaran de comprar gas ruso. No obstante, desde la Embajada de Rusia en Madrid informaron que la cancelación de un contrato a largo plazo entre la empresa rusa Novatek y la española Naturgy, que prevé un precio del gas más bajo, sería económicamente desventajoso para el reino.
Kadri Simson, comisaria europea de Energía, también exigió a los países de la UE que corten completamente el suministro de GNL ruso. En sus palabras, la negativa a renegociar los contratos con Moscú garantizará que los socios "confiables" mantengan la demanda en la UE. Agregó que los países que continúan comprando combustible ruso están "sin duda en riesgo".
Por su parte, Moscú declaró en repetidas ocasiones que hará frente a la presión de las sanciones que Occidente empezó a imponer contra Rusia hace varios años y sigue intensificando. El presidente ruso, Vladímir Putin, afirmó que la política de contención y debilitamiento del país es una estrategia a largo plazo de Occidente y que las restricciones han supuesto un duro golpe para toda la economía mundial. En sus palabras, las sanciones contra Rusia perjudican más a aquellos que las imponen.
Europa, que anteriormente se mostraba reacia a celebrar acuerdos de gas natural licuado a largo plazo por motivos climáticos y de limitación de emisiones, está desplegando unidades flotantes de regasificación y almacenamiento de combustible para recibir GNL.
Por ejemplo, el Gobierno alemán promueve activamente la construcción de terminales receptoras de importaciones de GNL. Consisten principalmente en buques e infraestructuras en tierra y pueden ponerse en funcionamiento más rápidamente que las terminales fijas. Está previsto que en 2026 estén en funcionamiento un total de 11 terminales de GNL, tres de ellas estacionarias.
No obstante, el costo de las terminales flotantes de gas natural licuado pendientes de construcción en Alemania se triplicó con creces hasta alcanzar los 10.000 millones de euros en diciembre de 2022. Además, el proyecto de GNL de Berlín causa mucho resentimiento y sobre todo entre los ecologistas, que en las recientes protestas del pueblo alemán de Lutzerath demostraron que están dispuestos a defender sus ideas frente a los policías con garrotes.
Anteriormente, un análisis de Climate Action Tracker (CAT) concluyó que se construyen en todo el mundo muchas más infraestructuras de GNL de las que realmente se necesitan. Según estos datos, el exceso de oferta de este combustible previsto podría alcanzar alrededor de 500 megatoneladas en 2030, lo que equivaldría a casi cinco veces el volumen de gas ruso importado por la UE en 2021.
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