"El gobierno federal enfrenta un futuro fiscal insostenible. Si las políticas no cambian, la deuda seguirá creciendo más rápido que la economía", advirtió en un comunicado la mencionada agencia, que brinda servicios de auditoría, evaluación e investigación para el Congreso estadounidense.
Según los cálculos, la deuda proyectada será el doble del tamaño de la economía para mediados de siglo, si no hay cambios en las políticas de ingresos y gastos.
"Al final del año fiscal 2022, la deuda pública rondaba el 97% del PIB, y se prevé que crezca a un ritmo más veloz que la economía, y que alcance su máximo histórico del 106% del PIB en 10 años y continúe creciendo a un ritmo creciente", señaló la GAO.
Esta alerta llega cuando el gobierno de EEUU podría incumplir el pago de la deuda, más por disputas políticas entre demócratas y republicanos en el Congreso sobre el uso de los fondos, que por una escasez real de efectivo.
El Departamento del Tesoro advirtió que el Gobierno probablemente dejará de pagar su deuda el 1 de junio, si el Congreso no eleva para entonces el techo de la deuda.
Además, la Casa Blanca reconoció a principios de mayo que Washington se encuentra en una situación económica compleja por la posibilidad de que el Congreso no eleve el techo de la deuda pública del Gobierno Federal, lo que llevaría al país norteamericano a enfrentar daños severos en su economía.
Según el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca (CEA), basado en información de la Oficina Presupuestal del Congreso y del Departamento del Tesoro, Estados Unidos "se aproxima rápidamente al día en el que el Gobierno no podrá pagar sus deudas, también conocido como Dí X".
Si se alcanza el temido Día X, el Producto Interno Bruto (PIB) estadounidense podría presentar una caída de hasta 6,1% o 0,3% en el mejor de los casos, de acuerdo con las estimaciones. Por otro lado, un impago prolongado provocaría un escenario similar al de la Gran Recesión de 2008, en el que 8,3 millones de personas perderían su empleo y el mercado bursátil caería un 45%.
El CEA también advierte que, al ser una recesión inducida por deuda, Estados Unidos estaría incapacitado para entablar medidas contracíclicas que ayuden a paliar el efecto negativo que se producirá en los hogares y negocios. Por ejemplo, se encarecerían los préstamos privados y se aumentarían de manera agresiva las tasas de interés, incluidos algunos instrumentos financieros utilizados por pequeños negocios y consumidores de a pie, como bonos del Tesoro y los intereses de las tarjetas de crédito.
Ya el 12 de abril, la Reserva Federal de Estados Unidos afirmó que el país norteamericano atravesaría una "recesión leve" a finales de 2023, que podría tardar dos años en superarse. El motivo de esta pronosticada recesión económica será, principalmente, la crisis bancaria desatada tras la quiebra de Silicon Valley Bank (SVB) y Signature Bank, un hecho que generó un efecto dominó en otras instituciones financieras de Estados Unidos y el resto del mundo.
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