El hombre, llamado Jung Ki-young, diseñó y ordenó una lápida con el logotipo de Internet Explorer y el siguiente epitafio: "Fue una buena herramienta para descargar otros navegadores". La insólita tumba le costó cerca de 330 dólares.
Las imágenes del divertido sepulcro rápidamente se hicieron virales en las redes sociales.
El propio Jung contó a los medios que la tumba simboliza sus "sentimientos mezclados hacia el software obsoleto" que desempeñó un papel importante en su vida laboral.
"Lo llamaría una relación de amor-odio", pues, para él, era más difícil poner a prueba sus sitios web y aplicaciones en dicho navegador, explicó en un comentario a la agencia Reuters. Sin embargo, pese a sus deficiencias, Internet Explorer gozó de gran popularidad entre los clientes de Jung y también era el navegador predeterminado del Gobierno y los bancos de Corea del Sur.
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