En un artículo, el medio constata que el efecto de "la huelga" organizada por varios ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales del G-20 –quienes abandonaron la sesión plenaria o apagaron sus pantallas justo cuando se inició la intervención del ministro ruso de Finanzas, Antón Siluánov– fue ignorada por otros países del club de las 20 mayores economías del mundo, como China, la India, Japón e Indonesia, que este año ostenta la presidencia de turno.
Entre quienes dejaron el salón, se encontraban la secretaria del Tesoro de EEUU, Janet Yellen, la ministra de Finanzas de Canadá, Chrystia Freeland, la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, y el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell.
También lo hizo el ministro de Finanzas de Ucrania, quien aprovechó el evento para afirmar que Rusia es una enfermedad para la economía internacional y su país es "esas células de inmunidad que tienen que ser activadas por una buena medicina internacional para matar la enfermedad". "De lo contrario, la infección se propagará y comenzará la contaminación", agregó.
Los esfuerzos de politizar la reunión tampoco entusiasmaron a Argentina, cuyo ministro de Economía, Martín Guzmán, tampoco se sumó al boicot a su par ruso. En este contexto, Clarín cita las siguientes palabras de fuentes cercanas al ministro argentino: "Quedarse no tiene que ver con la postura del país, esas posturas se expresan en las Naciones Unidas, donde Argentina expresó su postura, donde corresponde".
El gesto de Guzmán podría interpretarse también como una muestra de la creciente preocupación del efecto 'boomerang' de las sanciones antirrusas, cuyo daño "ya está influyendo en América Latina y el Caribe", según constata en un artículo el analista Sergio Gelfenstein, quien sostiene que "las violentas manifestaciones en Perú como consecuencia del aumento de los precios de los combustibles son una clara expresión de ello", al tiempo que añade que "otro tanto ha ocurrido en Paraguay".
"En Colombia, los productores de flores y en Ecuador los de banano, están comenzando a sentir el impacto generado por la pérdida de su mercado ruso. En Chile, tercer mayor consumidor de pan per cápita del mundo, el aumento del precio del trigo ha originado un detrimento no despreciable a la atribulada economía de los ciudadanos, sobre todo a los de menores recursos", subraya Gelfenstein, al señalar que, "por otra parte, los precios más altos de los alimentos y la energía, junto con la escasez de suministros, tendrán un costo inmediato para economías de ingresos bajos y medianos como lo son las de América Latina y el Caribe".