"Los iones de sodio contenidos en la sal intervienen en la contracción de las fibras musculares y en la transmisión de los impulsos nerviosos. Por lo tanto, la exclusión total de la sal provoca el aumento de la fatiga, la debilidad general y la aparición de trastornos neuromusculares", explicó.
La nutricionista recordó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda una dosis diaria de cinco gramos de sal para una persona adulta, aunque existen casos individuales con determinadas patologías que tienen la necesidad de renunciar a la sal.
"En presencia de hipertensión, glaucoma, tuberculosis, insuficiencia renal o úlceras de estómago, el organismo es incapaz de hacer frente al procesamiento del cloruro de sodio. Como resultado, los beneficios del producto se convierten en perjuicios: el curso de la enfermedad y la salud general se deterioran, reduciendo el rendimiento y restringiendo las actividades de una vida normal", advirtió la nutricionista.
Son varios los estudios científicos que han demostrado los perjuicios que puede conllevar el consumo exagerado de la sal, por lo que no se recomienda superar la cantidad recomendada de este producto de mesa en la dieta diaria.
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