De acuerdo con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural de México, la palabra jícama proviene del náhuatl xicamatl que significa raíz de agua.
El nombre de este tubérculo está bien justificado pues entre el 86 y el 90% de su composición es agua, lo cual lo hace un alimento muy fresco para consumir.
La jícama también tiene altos contenidos de fibra razón por la cual es una perfecta colación que dejará una sensación de saciedad y ayudará a mejorar la digestión y tratar padecimientos como el estreñimiento.
De hecho, esta planta tiene poco sodio y es bajo en calorías y carbohidratos, por lo que también es una excelente opción que te puede ayudar a bajar de peso.
Según Larousse Cocina, por cada 100 gramos de jícama se consumen 1,3 gramos de proteína, 21 miligramos de vitamina C, 15 miligramos de calcio y 16 miligramos de fósforo.
Su alto contenido de antioxidantes como la vitamina E, selenio y betacaroteno convierten a la jícama en un excelente aliado para tratar el estrés oxidativo, es decir, el daño celular provocado por los radicales libres.
Incluso, se piensa que el estrés oxidativo está estrechamente relacionado con la aparición de cáncer, por lo que el consumo de este tubérculo también podría ayudar a prevenir esta enfermedad.
Otros de los beneficios que deja el consumo de jícama es que, al tratarse de un alimento diurético, previene la retención de líquidos y ayuda a la digestión debido a la inulina, un tipo de fibra que ayuda contra el estreñimiento.
La jícama también es conocida por tener un alto contenido en potasio lo que disminuye la presión arterial, relaja los vasos sanguíneos y protege contra enfermedades cardíacas. Además, al tener altos niveles de fibra dietética soluble ayuda a reducir los niveles de colesterol.
Esta planta también ayuda a mantener estables los niveles de azúcar en la sangre al aumentar la sensibilidad a la insulina y al contener oligofructosa, inofensiva para las personas diabéticas.