Paradójicamente, desde el punto de vista científico, los agujeros negros ya figuran entre los objetos más brillantes del universo. Este fenómeno se debe a la presencia de los chorros de gas y polvo calentados hasta temperaturas extremadamente altas que producen ondas de radiación en un amplio espectro de longitudes de ondas.
Pero si bien ya tenemos un sinnúmero de imágenes de agujeros negros, ¿podrían existir también los agujeros blancos?
La respuesta es sí. No obstante, a diferencia de los agujeros habituales, que pueden ser detectados por un telescopio, los agujeros blancos solo existen en la física teórica.
El término agujero blanco se usa para definir una solución de las ecuaciones del campo gravitatorio de Albert Einstein. Pero si intentamos explicarlo con palabras más sencillas, los agujeros blancos son los agujeros negros al revés: un agujero negro podría convertirse en uno blanco si el tiempo cambiara de dirección, un acontecimiento extremadamente improbable en la vida real. Sin embargo, de acuerdo con la teoría de la relatividad de Einstein, no existe un tiempo absoluto ni un espacio absoluto.