El tesoro arqueológico, según los especialistas, no se fabricó en el local sino que se produjo en un taller de cristalería fina en una gran ciudad romana, como Xanten o Colonia (actualmente parte del territorio alemán). El tazón también puede haberse fabricado en Italia.
"He visto cristalería similar en museos italianos”, sostuvo Pepijn van de Geer, el arqueólogo que lideró la excavación, en un comentario al medio local Gelderlander.
Se cree que el tazón llegó a Nimega a través del comercio entre los locales y los romanos. Otra posibilidad es que un soldado de la región lo trajo a casa con él después de concluir su servicio en el Ejército romano.
Según los científicos, piezas como estas se hacían dejando que el vidrio fundido se enfriara y endureciera sobre un molde. El patrón de rayas se dibujaba cuando la mezcla de vidrio todavía se encontraba en su estado líquido. El color azul se obtenía a través del óxido de metal.