El meteorito, bautizado como Allan Hills 84001 (ALH84001), fue examinado por primera vez en 1996. En aquel entonces, los investigadores sugirieron que los rastros de glóbulos de carbono orgánico eran una evidencia de la existencia de vida en el planeta rojo.
No obstante, un nuevo análisis refuta esta teoría. Durante el estudio, los investigadores sometieron el meteorito a un análisis isotópico y espectroscópico y examinaron sus imágenes a nanoescala. Llegaron a la conclusión de que no se trata de signos de vida, sino del resultado de una reacción abiótica entre el agua y las rocas marcianas que ocurrió hace alrededor de 4.000 millones de años.
Los científicos descubrieron signos de dos reacciones químicas: la carbonización y la serpentinización. Esta última ocurre cuando las rocas volcánicas ricas en hierro y magnesio interactúan con el agua en circulación, lo que cambia su naturaleza mineral. En cuanto a la carbonización, implica la interacción entre las rocas y el agua poco ácida que contiene dióxido de carbono disuelto, algo que da lugar a la formación de minerales carbonizados.
Los científicos sugieren que el meteorito se habría desprendido del planeta rojo hace unos 17 millones de años y que cayó en la Tierra hace unos 13.000 años.
Si bien este hallazgo podría decepcionar a quienes creen que Marte podría ser habitable, los autores del estudio se muestran convencidos de que tiene una gran importancia para la astronomía y la geología en general, pues podría arrojar más luz sobre la vida en la Tierra primitiva y en otros lugares del sistema solar.
"Analizar el origen de los minerales del meteorito puede servir como una especie de ventana que podría contribuir a revelar los procesos geoquímicos que ocurrieron temprano en la historia de la Tierra, así como el potencial de Marte para la habitabilidad", explica el principal autor del estudio, Andrew Steele, del Instituto Carnegie para la Ciencia en Washington.