Los últimos días de 2021, Juan Soto se contagió de COVID-19. La nueva ola que azota a España con la variante ómicron alcanzó a este residente en Titulcia, un pequeño pueblo al este de la Comunidad de Madrid. Al principio no le provocó muchas molestias: este varón de 48 años se pasó la primera semana normal. Quizás con alguna tos y algo de cansancio. Pero llegó la noche de Reyes, en la madrugada del 6 de enero, y le pudo la fatiga. Su malestar se agravó hacia las tres de la mañana. Entonces la familia con la que reside —dos hermanas y la madre— llamaron reiteradamente a los teléfonos de emergencia 061 y 112.
Al otro lado, le dieron largas. No consideraban oportuno enviar una ambulancia. A pesar de que Juan Soto tenía insuficiencia cardíaca y obesidad, dos factores que aumentaban el peligro del virus. Se pasaron más de tres horas intentándolo, de tres a seis y media. Mientras, pensaban en alternativas ante la incapacidad de trasladarle por sus propios medios. Una de ellas fue la de avisar a un amigo para que fuera él quien le llevara al hospital. Lo hizo: se dirigió a su casa y le cargó hacia el centro Infanta Elena, ubicado en Valdemoro, la localidad más cercana. En el trayecto, se desvaneció: cuando llegó a urgencias estaba muerto. Y a pesar de los ejercicios de reanimación, no pudieron hacer nada.
Juan Soto, fallecido en España a los 48 años por COVID-19 al que no asistió una ambulancia
© Foto : Cortesía de Jenifer Sierra
"En el teléfono nos dijeron que nos buscáramos la vida", afirma con tristeza Jenifer Sierra Soto, su sobrina, que rememora aquellos momentos recientes. "Yo me fui esa noche y vi que tosía un poco más, pero llevaba toda la semana con el virus y no le pasaba nada. Cuando me contaron que estaba peor, yo también llamé desde mi casa a emergencias. Y me respondieron que ya lo sabían pero no iban a mandar nada", explica esta chica de 28 años a Sputnik después de presentar una denuncia con el apoyo de la agrupación El Defensor del Paciente. En la demanda alegan "omisión de socorro" y una investigación que impida la repetición de un caso similar.
Según cuenta su sobrina, Juan Soto llevaba toda la pandemia a salvo. En los dos años desde que se empezó a conocer la crisis sanitaria, había evitado al virus. Y contaba con la pauta completa de dos dosis de vacuna. Sin embargo, no se había librado de este obús de casos en los últimos días. "Tenía problemas de salud y se cuidaba", concede Jenifer Sierra, que cuenta cómo su tío estaba en el paro, pero ayudaba de vez en cuando a su hermana en el bar del polideportivo.
"Fue muy rápido. Yo hablé hacia las siete de la tarde y estaba bien. Tenía tos, pero como cuando yo cojo un catarro. El que le llevó dice que cuando bajó al coche se tuvo que parar tres veces en los escalones de la casa. Nunca le pasaba", confiesa Jenifer Sierra, que atiende lacónica, sin ganas de recordar este dramático suceso que terminó a las puertas del hospital.
"Su amigo dice que iba todo el trayecto diciéndole que luchara, que aguantara, y ahora está fatal. Mi hermana está en depresión. Y yo estoy tirando del carro como puedo", indica.
Jenifer Sierra dice que después de lo ocurrido no dudaron: fueron a poner inmediatamente una denuncia por negligencia. "Nos lo decía hasta la médica que lo atendió en urgencias", advierte, calculando que de Titulcia al hospital se tardan unos 15 minutos. En el servicio de emergencias Summa112, uno de los mencionados, desconocen de momento el caso. "No nos consta", esgrimen a Sputnik.
4 de enero 2022, 10:47 GMT
Carmen Flores, de la plataforma El Defensor del Paciente, apunta que, por desgracia, no es único. "Son demasiados ya los fallecidos porque la ambulancia llega tarde o no llega. Esto no puede seguir así. Y si un servicio cuesta vidas, tiene que modificarse", alega por su parte.
Mientras se tramita y llega el resto del proceso, la familia de Juan Soto detalla esa semana fatídica. Desde la primera prueba de antígenos hasta el trágico desenlace. Ahora, en espera de los siguientes trámites judiciales, les ronda continuamente la misma pregunta: qué hubiera ocurrido si le hubiera atendido una ambulancia en ese lapso de unas tres horas. "Siempre queda la duda", resume su sobrina, apenada por ese veredicto que no incluía a su tío como un paciente en situación grave y que ahora engrosa las estadísticas de los fallecidos por COVID-19.