Según la especialista, una razón común para este antojo no solo es la necesidad de glucosa en el cerebro, sino también la falta de nutrientes. Cuando la dieta es equilibrada y el cuerpo humano recibe suficientes proteínas, grasas saludables y micronutrientes, no se produce un deseo agudo de comer dulces, pero si la dieta no aporta los nutrientes importantes, el cerebro puede "demandar" dulces para mantenerse.
"A menudo, cuando faltan algunas vitaminas y micronutrientes, uno empieza a desear más los dulces", señaló Tarasko a tiempo de recordar que los dulces son una generosa fuente de glucosa, lo que le da energía y la hace extremadamente rápida en el torrente sanguíneo.
Asimismo aclaró al portal MedikForum que las personas con sobrepeso, que abusan de los dulces, suelen padecer "muchas deficiencias" de nutrientes.
Además advirtió que el hábito de beber té con dulces puede tardar unas cuatro semanas en formarse. A menudo esto ocurre en la infancia, pero también el hábito de comer dulces en determinados momentos de la vida suele desarrollarse en la edad adulta.
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