Los casos de Polonia y Ucrania son ejemplares en este sentido, donde los esfuerzos de sus autoridades por sustituir las compras del barato gas ruso por "el gas de la libertad" llevaron a estas naciones a adquirir el mismo gas ruso, pero suministrado a precios multiplicados desde Alemania, país que, gracias a los gasoductos que lo conectan con Rusia, "se ha convertido en el gran centro de distribución" de este hidrocarburo "para el centro y este de Europa", según el experto en temas energéticos Pedro Mouriño, CEO y fundador de IberAtlantic Global Corporation.
"El gas que se acaba consumiendo en Polonia o Ucrania sigue siendo gas ruso, pero con mucha más intermediación por parte de los alemanes, y con precios mucho más caros", subrayó Mouriño, al calificar como "esperpéntica" y "estupefacta" la gestión de ambos países en esta materia.
Una gestión que beneficia a Berlín que, junto con otros "actores que entran en la cadena de valor", saca el mayor rédito posible de este negocio.
Mientras, Varsovia y Kiev intentan convencer a sus ciudadanos de que "no reciben gas natural ruso cuando sí que lo reciben", indicó Mouriño, al dar por descartada la supuesta 'mano de Moscú' detrás de la presente crisis energética en Europa, tal y como demuestran los ejemplos citados.