A lo largo de los años vividos en la ciudad de Pskov, a unos 700 kilómetros al noroeste de la capital rusa, Moscú, el amor de Federico por estas tierras no ha dejado de crecer, tanto debido a haber cumplido su deseo de "sumergirse en la cultura" del gigante euroasiático, como también por haber creado "una red de vínculos que son fundamentales para cualquier ser humano en cualquier parte", refiriéndose, antes que nada, a su mujer rusa y sus familiares.
Asimismo, recientemente obtuvo "el permiso de residencia y de trabajo aquí en Rusia", algo que, sumado a que vive en "casa propia", le hace sentirse integrado al 100% en este país, a punto tal que por ahora no se plantea mudarse a Argentina.
Por el contario, tiene "proyectos de lo más variados", entre ellos planes de traducir al español obras de escritores rusos.
Según Federico, la llave para abrir el universo ruso fueron los Cursos Oficiales de Ruso que se imparten en la Cátedra de Rusia del Instituto de las Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de la Plata, en Argentina. Señaló que, no sólo le dieron "las bases como para poder venir aquí con un buen nivel de idioma", sino que también le brindaron la oportunidad de rendir el examen internacional del dominio de esta lengua.