El diente de león (Taraxacum officinale) crece en casi todas las partes del mundo y se ha utilizado desde hace siglos como planta medicinal. Los médicos antiguos bautizaron el extracto de esta planta como el tónico para el hígado, mientras que la Agencia Europea de Medicamentos aprueba su uso para tratar los trastornos digestivos leves.
Pero, ¿sabías que también podría ayudar a quienes sufren del denominado hígado graso? Esta planta no solo es rica en vitaminas y antioxidantes, sino que también tiene impresionantes propiedades depurativas y antiinflamatorias.
¿Cómo preparar tu propio té del diente de león?
Para hacer tu propia infusión del té de león, necesitarás un vaso de agua (250 ml) y dos cucharadas de diente de león (20 g).
Primero, tienes que hervir el agua y agregar las hojas y raíces de diente de león. Luego, deja que infusione y repose por un mínimo de 15 minutos. Cuela la infusión y añade una cucharada de miel antes de ingerirla. Se recomienda consumir 2 o 3 tazas de la bebida durante dos semanas seguidas.
¿Quienes no deben consumir la infusión?
Si bien la infusión de diente de león aporta muchos beneficios, deberías consumirla con moderación si:
tienes cálculos biliares;
sufres de gastritis o acidez;
consumes diuréticos o suplementos con potasio.
Las mujeres embarazadas o lactantes también deberían evitar el consumo de la infusión, pues es capaz de causar un aborto espontáneo.
Sputnik, por un cuidado de salud responsable
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