El estudio consistió en evaluar los efectos que tiene sobre la salud el sueño excesivo. Para ello, los investigadores analizaron el patrón de dormir de 14.000 personas en las cuales se observó factores como los hábitos dietéticos, la rutina de ejercicios, el tabaquismo, los patrones de sueño y las afecciones médicas.
Durante siete años los investigadores buscaron en los participantes factores de riesgo para ataques cardiacos, insuficiencia cardiaca, accidentes cerebrovascular y niveles de proteína C reactiva, un marcador inflamatorio asociado con enfermedades cardiacas. Así determinaron que las personas que dormían menos de 6 horas y aquellos que dormían más de 7 horas tenían un mayor riesgo de desarrollar una enfermedad cardíaca.
En tanto, los participantes con tasa de riesgo más baja fueron aquellos que dormían regularmente entre 6 y 7 horas cada noche, aunque es una recomendación estándar que no se aplica a todos, ya que mucho depende de la calidad de sueño que se tenga y la hora a la que uno se duerme.
De acuerdo con el estudio, citado por el medio Sabah, si uno se siente muy somnoliento durante el día es muy probable que no esté durmiendo lo suficiente. Si no logra conciliar el sueño durante una hora o más, significa que pasa más tiempo recostado en cama y menos tiempo dormido.
Mejorar la calidad de sueño es posible siempre y cuando:
Escuchar su cuerpo y no ignorar las señales.
Enfriar un poco la habitación antes de conciliar el sueño.
Mantener la alarma alejada de la cama.
Ver cuántas horas durmió y cómo se siente.
Tratar de que la habitación esté oscura a la hora de dormir y luminosa al despertarse.
Consumir alimentos que no causen malestar estomacal.
Despejar la mente antes de dormir, no pensar ni intentar planificar el día siguiente.
Resistirse a la tentación de dormir demasiado.
No caer en la idea errónea de que dormir más lo mantendrá más vigoroso.