El objeto celeste, también conocido bajo el nombre de (469219) Asteroid 2016 HO3, tiene un diámetro de entre 45 y 57 metros. Fue descubierto en 2016 por el telescopio PanSTARRS, ubicado en Hawái, pero desde entonces, no se sabía nada de su origen, ya que solo se puede observar durante varias semanas al año y a través de un telescopio muy potente: su brillo es 4 millones de veces más débil que la estrella más tenue que puede captar el ojo humano.
Un equipo de astrónomos liderado por la Universidad de Arizona utilizó el Gran Telescopio Binocular, ubicado en el monte Graham, para examinar el cuasisatélite. Los científicos llegaron a la conclusión de que tenía un espectro de reflectancia roja muy similar al de las rocas lunares de las misiones Apolo de la NASA, lo que sugiere que se originó en la Luna.
"Este espectro es indicativo de una composición a base de silicato, pero con un enrojecimiento más allá de lo que se ve típicamente entre los asteroides del sistema solar interior. Comparamos el espectro con el de varios materiales análogos y llegamos a la conclusión de que las mayores coincidencias se producen con silicatos de tipo lunar", explican los autores del estudio.
La órbita de Kamo`oalewa es otra pista de su posible origen lunar: si bien es similar a la de la Tierra, tiene una ligera inclinación que no es típica de los asteroides cercanos a nuestro planeta. La coautora del estudio Renu Malhotra estima que el atípico cuerpo celeste llegó a esta trayectoría hace 500 años y la ocupará por unos 300 años más.
Los autores del estudio sugieren que el satélite se formó como resultado de un potente impacto de un misterioso objeto contra la Luna. Ahora tienen previsto llevar a cabo más estudios para determinar si hay otros fragmentos lunares orbitando alrededor del Sol.