Según publica la revista local Creative311, los concesionarios que venden los nuevos Land Cruiser solo pueden entregárselos a los clientes que firmen un documento que les prohíba revenderlos en el mercado de segunda mano durante los primeros 12 meses posteriores a su compra.
Si lo venden antes, se les prohibirá comprar cualquier otro coche de la compañía. Tampoco está claro cuánto tiempo durará esta penalización, pero lo que sí que está claro es que el fabricante japonés se ha tomado en serio el control de los míticos todoterrenos después de venderlos.
Una de las razones, según la propia compañía, es "riesgo de que se violen las leyes de comercio internacional, y dependiendo de la destinación de exportación, pueden tener lugar problemas que ponen en peligro la seguridad global".
Leyendo entre líneas, parece que Toyota está preocupada con que estos autos caigan en las manos de grupos terroristas, lo cual inevitablemente repercutiría en la imagen de la marca. De hecho, esto ya ha ocurrido con sus versiones más antiguas, los modelos HiLux y otras camionetas. Razón por la cual los compradores deben firmar un documento confirmando que lo adquieren sin fines de exportación o reventa.
Sin embargo, también es posible que se controle hasta tal punto el destino final de los nuevos Land Cruisers para evitar que los especuladores compren varias unidades para después venderlas en el mercado de segunda mano a un mayor coste. Los temores estarían justificados, puesto que exactamente esto ocurrió con la nueva generación de los míticos Ford Bronco. Los compradores tienen que esperar meses para hacerse con su auto, y los especulantes que lograron estar entre los primeros clientes los revenden por el triple de su precio oficial y crean una cola aún más grande al comprar varias unidades cada vez.