España

"Útil y necesario": una universidad reúne las imágenes que relatan cómo alteró España la pandemia

Un repartidor en la Gran Vía de Madrid durante el confinamiento
El 'Archivo COVID' recopila más de 8.300 fotografías de 385 profesionales repartidos en distintos puntos de la geografía nacional. Es un proyecto para poner a disposición sin ánimo de lucro una biblioteca que ejerza de "memoria colectiva".
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A Javier Arcenillas, el decreto de un estado de alarma y el consecuente confinamiento domiciliario le pilló en Alcobendas, la localidad del norte de Madrid donde reside. Entre clases y futuros proyectos. Se lo tomó "con incredulidad", sin concebir que el país se quedaría "encerrado": "Tenemos un componente muy social, no me imaginaba una reclusión colectiva".
Nuria López Torres acababa de llegar a Barcelona. Venía de Cuba, donde maduraba un trabajo de largo aliento, y llevaba días siguiendo los informativos. Pensó que lo que veía y escuchaba iba a ser cuestión de días, o "un par de semanas, como mucho". "Hubo mucha confusión", rememora. Además, se le juntaba con un regreso precipitado por varios problemas familiares y su cabeza no terminaba de centrarse en ese virus que atenazaba al globo.
José Miguel Cerezo tardó algo más en ver la dimensión del drama. Estaba en Senegal cuando las fronteras se cerraron, los vuelos daban sus últimos coletazos y el trajín callejero menguaba. De repente, se unió a uno de los últimos trayectos desde Dakar para llegar a Murcia, su ciudad. "Me llegaban rumores, no había una explicación clara", recuerda. Al aterrizar en Barajas, le golpeó la realidad: sus terminales, sus aparcamientos y sus tiendas estaban vacías. Sumidas en un silencio opresivo.
Poco que ver con Germán Caballero. Este joven valenciano recibía la noticia en una rutina acelerada. Cuando Pedro Sánchez alertó de lo que se avecinaba e impuso una serie de medidas severas para detener la actividad, él ya se olía la gravedad: estaba cubriendo la semana más fuerte de Fallas, fiestas tradicionales de su tierra, y el presidente de la Comunidad las acababa de suspender. "En el resto de España podía ser un día normal, pero aquí estábamos de fiesta. Apuraron mucho, pero se notaba que era serio", concreta.
Casi como a David Expósito. El colaborador de un diario nacional ya iba palpando el eventual fundido. Pateaba desde hacía algunas jornadas los lugares de Madrid que mermaban su afluencia o bajaban la persiana: colegios, restaurantes, transporte público. Su ejemplo es de "continuidad": siguió en la brecha, pero esta vez con la dinámica de lo súbito. Se lanzaba al asfalto en busca de historias imprevistas.
Los cinco son fotoperiodistas de diferentes puntos del mapa. Generalmente, su oficio tiene un denominador común, pero alberga un margen de libertad creativa y se desvía en iniciativas personales que van desde retratar una isla del Caribe hasta documentar la violencia en Centroamérica. Pero el 14 de marzo de 2020, todos se alinearon alrededor de un asunto: el COVID-19, que ya sobrepasa las 80.000 muertes en España y roza los cuatro millones de contagiados.
El virus que se expandía internacionalmente consiguió que sus objetivos se centraran en un mismo tema. Aun con distintos enfoques, el confinamiento, la explosión de la pandemia, el colapso de servicios hospitalarios o la soledad se convirtieron en protagonistas. Los horarios se habían desvanecido: las 24 horas del día, de repente, no venían marcadas por ninguna agenda, sino que se desplegaban al albur de una enfermedad desconocida. Y cada uno fijaba la lente en algún detalle concreto entre aplausos, ambulancias o coche fúnebres.
Ahora, parte de este fondo se ha recogido en uno común. La Universidad de Alcalá de Henares, con la ayuda de un pequeño núcleo de profesionales (Santi Palacios, Silvia Omedes, Esteban Martinena, Ana Palacios, Anna Aguiló y Clara Soto), ha recopilado más de 8.300 documentos para crear el denominado Archivo COVID, con el subtítulo de Cápsula del tiempo. Una web de acceso libre con imágenes, vídeos o reportajes de 2020 cedidas sin ánimo de lucro por 385 fotógrafos españoles y cuyo contenido se ha ido adelantando en redes sociales a lo largo de estos días.
Según comentaba en la presentación José Raúl Fernández Castillo, responsable del archivo, la idea es tener un repositorio con las fotografías y que funcione, al menos, 10 años. "Además, el fotógrafo no pierde la propiedad de sus imágenes, solo las cede", puntualizaba, subrayando la necesidad de que una institución se hiciera cargo y detallando que se ha elaborado gracias a la selección de dos mesas de editores, siete de fotografía y cinco de vídeo.
"Una universidad pública debe estar cuando la sociedad lo necesita. Tenemos un perfil archivero y el Aula de fotografía, muy viva, que organiza charlas, exposiciones", añadía Fernández, "el objetivo es construir una web útil tanto para el ciudadano como para el investigador. La idea es que se puedan buscar las imágenes por referencias geográficas, fechas, por elementos de la imagen o autores".
Están también recogidas las diferentes visiones personales. Desde una compungida rueda de prensa hasta la desinfección galáctica de un edificio. La secuencia es única y repetida. Avenidas vacías, personas solitarias, homenajes a sanitarios, trayectos de emergencia… Cada uno captó un fragmento de la crisis epidémica, dotando a la colección de una riqueza especial, llena de matices que pretenden afianzar una "memoria colectiva".
Arcenillas, por ejemplo, decidió centrarse en comunidades más pequeñas, en entornos familiares. También imprimió la cotidianeidad de repartidores o transportistas, los mensajes de ánimo en balcones o el miedo al contacto. "Tal vez", cavila, "el resultado cristalizó en un acto local de homenaje a las víctimas: fue un encuentro de vecinos y amigos que habían perdido a seres queridos o familiares y emanaban la frustración e impotencia. Se mostraba ese cansancio y tristeza de un tiempo perdido y doloroso".
Cerezo registró el universo de quienes tenían que seguir viajando, a pesar del parón. "Saqué mi primer avión, con una flota voluntaria, y uno de los últimos, con las normas de protección ya estipuladas", apunta. Caballero, sin embargo, estuvo al quite en las zonas ‘rojas’: plantas de UCI, residencias, hogares aislados… "Todo estaba muy controlado, ha habido una censura por omisión, en la Comunidad Valenciana no se ha visto un muerto", lamenta, coincidiendo con el clamor popular: los participantes han protestado a lo largo de este año por las dificultades para sacar lo más cruel del COVID-19.
"Es útil y necesario ver todo lo que ha supuesto", reivindica López Torres. En Barcelona, la fotógrafa optó por una postura "delicada": retrató las enfermedades mentales, petición de comida, búsqueda de alojamiento. "A veces cortaban el acceso, y en los medios donde suelo trabajar no lo publicaban", recuerda, convencida de la importancia de este archivo, que se alarga hasta casi nuestros días.
De aquel enclaustre dramático a la progresiva apertura, donde aparece David Expósito: "La fatiga me llevó a darle vueltas sobre qué hacer. Cuando aflojaron las medidas, me di cuenta de que había parejas jóvenes que se juntaban al aire libre. Era bastante extraño, y quise saber si se conocían de antes. La mayoría había hablado por aplicaciones durante la cuarentena, demostrando la influencia de la tecnología y cómo se ha aceptado el uso de estas redes para ligar". En el archivo COVID hay, en suma, llantos, explosiones de alegría, momentos de incertidumbre y la prevalencia indiscutible del amor.
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