La psicología define que las personas tienden a explicar sus propios errores con circunstancias externas desfavorables, mientras que los ajenos los atribuyen al factor humano, ya sea la incompetencia o conducta de la persona que lo cometió. Ahora, un nuevo estudio realizado por la Escuela de Administración Rady de la Universidad de California en San Diego buscó cómo reaccionan a los errores las personas según su posición de poder.
Los resultados de la investigación publicada en la revista especializada Social Psychological and Personality Science revelan que las personas en una posición de poder tienen más probabilidades de adoptar una mentalidad de elección. Esto significa que como por su cargo suelen tener más capacidades de elección, ven a las personas menos exitosas como si tuviesen las mismas capacidades.
"En comparación con las personas de bajo poder, es menos probable que las personas de alto poder sean conscientes de las limitaciones de los demás. Como resultado, asignan más culpa cuando cometen errores o tienen deficiencias", explica Yidan Yin, el primer autor del artículo, graduado de doctorado de la Escuela Rady.
Tales conclusiones derivan de tres estudios diferentes.
En el primero, se encuestó a 363 personas bajo el pretexto de que se estaba buscando cómo resolver un problema de bonificación a pesar de que el grupo no había cumplido las metas impuestas. Aquellos que estaban en una posición de poder respondieron que el grupo no merecía ser bonificado y que las excusas no tenían validez.
El segundo estudio involucró a 393 personas a las que de manera aleatoria se les asignaron roles de subordinados y supervisores en la realización de diversas tareas. Luego, se les encomendó valorar el trabajo de un actor anónimo que, según el plan de la investigación, cometía errores de manera intencional. Resultó que aquellos voluntarios que tenían un mayor sentido de poder (los supervisores) eran menos comprensivos con los errores y más duros a la hora de proponer un castigo.
El tercer estudio repetía el segundo, con la única diferencia que esta vez tanto los subordinados como los supervisores sabían que la persona que tenían que juzgar era un subordinado. De igual manera, los sujetos con mayor poder fueron menos tolerantes con los errores y propusieron un castigo más duro.
Este conocimiento podría tener implicaciones en entornos laborales.
Por una parte, los gerentes deben ser conscientes que tienen mayores capacidades y oportunidades que sus subordinados, por lo que no debería proyectar su experiencia personal en los demás, sobre todo cuando se cometen errores, dice Yidan Yin.
Por otra, las personas con menor poder deberían comentar de manera más activa sobre la falta de capacitación, instrumentos u oportunidades a la hora de ejercer su trabajo, porque todo eso puede ser invisible para alguien desde el exterior, aconseja.