En el análisis titulado El impacto de la crisis sanitaria del COVID-19 sobre el mercado de la vivienda en España, se argumenta esta tendencia por "las nuevas preferencias de la demanda hacia espacios abiertos y más amplios por la mayor presencia en el hogar a raíz de los confinamientos y el aumento del teletrabajo", según dice textualmente.
Además, explican los autores que el deterioro en las condiciones laborales por la pandemia habría provocado que los compradores hayan pasado a ser de edad más avanzada y de una posición económica más acomodada.
En el conjunto de 2020, las transacciones de vivienda se redujeron un 18% respecto al año anterior, pese a lo que no se aprecia una caída generalizada de precios, algo que los autores explican por la ausencia anterior de desequilibrios en este mercado y por la posición financiera más sólida de los hogares, si se compara con la crisis de 2008.
Respecto al mercado del alquiler, el Banco de España aprecia una caída intensa de los precios en Madrid, Cataluña y los dos archipiélagos; "mientras que en el resto de las regiones la tendencia es de desaceleración progresiva o estabilización", según se señala en el análisis.
Para explicar este descenso de los precios, el departamento de estudios de la entidad monetaria española aventura varias razones:
la ausencia de estudiantes en las capitales por el aumento de la educación a distancia,
el aumento de la oferta de alquiler residencial por la caída de la actividad turística,
el desplazamiento de la demanda a municipios menos poblados,
el empeoramiento de las condiciones laborales entre jóvenes y trabajadores temporales, más propensos a alquilar.