Las esponjas son estructuralmente simples, ya que carecen de rasgos complejos como sistema nervioso, músculos e intestino. Eso supone que la línea evolutiva que surgió de esta especie también fue sencilla y poco a poco desarrolló los sistemas complejos en otras formas de vida a medida que estas se fueron separando.
Los expertos han estado debatiendo mucho desde que los estudios filogenómicos encontraron pruebas de que nuestros parientes animales más lejanos eran medusas de peine. Estos animales son más complejos que las esponjas, ya que tienen un sistema nervioso y músculos para detectar y capturar sus presas, así como un intestino para digerirlas.
Si este fuera caso, los rasgos complejos desarrollados tendrían que haberse perdido más tarde en animales simples como las esponjas o tendrían que formarse dos veces en el transcurso de la historia evolutiva, una vez en medusas de peine y luego, de forma autónoma, en humanos, tiburones, moscas y otros animales.
Parece improbable que rasgos tan complejos puedan evolucionar dos veces de forma independiente, pero la evolución no siempre sigue un camino sencillo, afirma el investigador posdoctoral de la Escuela de Genética y Microbiología del Trinity College Anthony Redmond. Por ejemplo, las aves y los murciélagos son parientes lejanos, pero sus alas se han desarrollado de forma independiente para volar, detalla.
"Sin embargo, en lugar de medusas de peine, nuestros análisis avanzados apuntan a las esponjas como nuestros parientes animales más lejanos, lo que recupera la hipótesis tradicional y más simple de la evolución animal", destacó el científico al portal Phys.org.
Esto significa que el antepasado animal era simple y que los músculos y el sistema nervioso y digestivo, aunque se han desarrollado como resultado en muchos linajes, tienen un solo origen, añade el especialista.
Es muy complicado comparar genomas para evaluar cómo se relacionan las especies. Hay numerosos métodos para hacerlo y todos llegan a conclusiones diferentes. Por lo tanto, ha habido mucho desacuerdo alrededor de si las esponjas o las medusas de peine son nuestros parientes más lejanos.
Para resolver el debate, el equipo del Trinity College desarrolló un nuevo enfoque para analizar las secuencias de aminoácidos que componen las proteínas de un animal. Su enfoque redujo la probabilidad de errores asociados con las comparaciones correspondientes.
Cualquier aminoácido en una proteína solo cambiará a otros aminoácidos con propiedades bioquímicas similares durante la evolución. No tener en cuenta estas circunstancias puede conducir a inexactitudes a la hora de reconstruir las relaciones filogenéticas.
"Nuestro enfoque cierra la brecha entre dos metodologías en desacuerdo y proporciona una clara evidencia de que las esponjas, y no las medusas de peine, son nuestros parientes animales más lejanos", confirma otra investigadora, profesora de genética de la Escuela de Genética y Microbiología del Trinity College y autora principal del artículo, Aoife McLysaght.
Por lo tanto, nuestro último ancestro animal común era morfológicamente simple y la evolución repetida y/o la pérdida de características complejas como un sistema nervioso es menos probable que si las medusas de peine fueran nuestros parientes animales más lejanos, concluye la científica.
"Eso es fascinante, pero también supone un importante paso adelante en la investigación filogenómica", explica McLysaght. Otros investigadores habían llegado a conclusiones diferentes sobre nuestro pariente animal más lejano y ese era el caso incluso cuando usaban los mismos datos, pero diferentes métodos, agrega.
Este nuevo enfoque debería ser útil para estudios similares en los cuales los científicos intentan resolver cómo ciertas especies se relacionan entre sí. Esta información es crucial para la comprensión de la evolución y puede tener importantes consecuencias en otros campos correspondientes, como la biodiversidad y las ciencias de la conservación, concluye la especialista.
Los resultados del estudio fueron publicados en la revista internacional Nature Communications.