Aunque con diferentes nombres e historias detrás de ellas, muchas de las mismas constelaciones se destacan una y otra vez a lo largo de la historia de la humanidad. La constelación de Orión, visible en todo el mundo, es uno de los ejemplos más obvios de eso.
Los antiguos griegos veían en esta constelación a un cazador decidido, con un garrote y un escudo en las manos, frente a un toro. Por su parte, en el hemisferio sur, un grupo mucho más antiguo de aborígenes australianos, conocidos como los Wiradjuri, veían en estas estrellas a su creador ancestral Baiame, empuñando un escudo y búmeran, explica Science Alert. Tanto Baiame como Orión están persiguiendo a siete mujeres jóvenes, conocidas en el primer caso como las hermanas Yugarilya y en el segundo como las hermanas Pléyades.
De acuerdo con investigadores de la Universidad de Pensilvania, en EEUU, no se trata de una simple coincidencia. Según sugieren, algo nos atrae a parches de luz similares en los cielos, independientemente de nuestra cultura.
"Presumimos que la percepción de los grupos de estrellas puede explicarse mediante un modelo simple de movimientos oculares que dan un paseo aleatorio a lo largo de una red de probabilidades de transición de estrella a estrella", escriben en un resumen de su estudio que se presentó en una reunión de la Sociedad Estadounidense de Física.
Los autores de la investigación, que todavía no se ha publicado, argumentan que este "paseo" visual es influenciado por el tamaño de las estrellas y la distancia entre ellas, así como por los movimientos rápidos y diminutos que hacen nuestros ojos cuando escaneamos una escena, los llamados movimientos sacádicos.
En el marco de su estudio, los científicos han creado un modelo de energía libre basado en estos factores para calcular la probabilidad de organizar mentalmente las estrellas visibles en cúmulos entre una matriz altamente compleja. Cuando se aplicó al cielo nocturno, el modelo identificó con éxito 88 constelaciones ya reconocidas por la Unión Astronómica Internacional.
"Demostramos que las estadísticas de los cúmulos de estrellas percibidos se alinean naturalmente con los límites entre las constelaciones verdaderas", concluyen los autores.
Por supuesto, esto no significa que no haya diferencias culturales en la percepción humana, sino que también hay notables consistencias, subrayó Science Alert.
"La gente de antiguas culturas conectaban agrupaciones similares de estrellas de forma independiente. Y esto indica que hay algunos aspectos fundamentales del aprendizaje humano que influyen en las formas en que organizamos la información", apuntó David, un estudiante de secundaria que trabajó con el equipo.