Según sus datos, la concentración de polvo en el aire es todavía muy baja, de 0,06 mg/m³, y la visibilidad es de más de 10 kilómetros. En cualquier caso, a simple vista resulta imposible percibir el polvo que contiene el aire de la capital japonesa.
Si la visibilidad, debido a la nube de polvo, se reduce a menos de 5 kilómetros, podría dificultar el tráfico de Tokio.
La víspera, una nube de polvo llegó a las regiones occidentales de Japón y el 31 de marzo llegará a los confines del norte del país.
Una nube de polvo del desierto de Gobi en Pekín
© Sputnik / Zhana Manukyan
/ El 15 de marzo Pekín fue víctima de la tormenta de arena más fuerte de los últimos 10 años, seguida de otra, la contaminación del aire alcanzó niveles peligrosos para la salud. El viento arrastra nubes de polvo hacia la península de Corea y Japón. Como explican los meteorólogos, las tormentas de arena surgen a causa de la escasez de lluvia en los desiertos, y aún se observarán en abril.