La amenaza del coronavirus vuela raso sobre Madrid. Tras unas semanas de relativa calma, la incidencia acumulada evoluciona negativamente y el ritmo de contagio vuelve a coger velocidad en la urbe. De momento, se trata de un crecimiento ligero, posterior a la relajación de las medidas. Mientras, las aguas residuales de la comunidad autónoma indican que 42 municipios y cinco distritos de la capital presentan un incremento fuerte de SARS-CoV-2. En una escala de 0 a 10, el Canal de Isabel II cifra esta crecida por encima del 8 en estos enclaves. Datos preocupantes, porque suelen predecir con anterioridad las escaladas de la curva. Rara vez fallan.
Recogida de muestras de aguas residuales en la Comunidad de Madrid
© Foto : Cortesía de Canal Isabel II / D.Sinova
El Canal de Isabel II se ha convertido en la bola de cristal de la pandemia en Madrid. Vigía, su sistema de rastreo de las aguas residuales contra el coronavirus, suele adelantarse en casi una semana a las tendencias reflejadas por las pruebas sanitarias. Los infectados no desarrollan la enfermedad hasta pasados varios días, pero el virus aparece ya en sus restos fecales. Antes de que el centro de salud de un determinado barrio reciba una ola de positivos, el gestor público de las aguas de Madrid fija su atención en él.
"Sherlock Holmes decía que mirando el cubo de basura de una persona se sabe perfectamente cómo vive. Con el agua residual pasa exactamente lo mismo. Nos dice las pautas de alimentación, pero también si una persona está infectada o no".
Lo cierto es que su trabajo tiene un punto detectivesco. Su objetivo no es buscar al delincuente como hacía el personaje de Arthur Conan Doyle, pero sí encontrar evidencias de la presencia de un ente más peligroso que los malhechores de los libros del escritor británico. Misión de la que se encargan desde el mes de julio, momento en el que se tornaron en operativas todas las localizaciones de recolecta de muestras, algunas activas desde abril. Vigía cumple nueve meses de supervisión de las aguas madrileñas
De lunes a viernes, los técnicos del sistema de rastreo acuden a los 289 puntos distribuidos por la Comunidad de Madrid. Suelen hallarse en depuradoras o pozos del alcantarillado. Allí, extraen un litro de aguas residuales. Lo hacen siempre a la misma hora para poder compararla con la muestra anterior. "Las rutas son muy fijas. Si la recolecta es a las ocho de la mañana, no se puede retrasar. Es por el número de personas que van al baño en una franja determinada", aclara Lastra a Sputnik Mundo. Además, tienen que ser rápidos. Los restos del SARS-CoV-2 se degradan cuanto más tiempo pasan en el agua. "Para nosotros sería más cómodo ir directamente a una depuradora, pero estas suelen estar lejos de la ciudad. No podemos perder tanto tiempo. En un pueblo es factible, en Madrid capital no. Por ello, también vamos a los pozos del alcantarillado", puntualiza Lastra.
Toma de temperatura de una muestra de aguas residuales de la Comunidad de Madrid
© Foto : Cortesía de Canal Isabel II / D.Sinova
De la red de saneamiento el litro de líquido pasa al laboratorio. Llega refrigerado a las instalaciones del Canal de Isabel II en Majadahonda (Madrid) o a uno de los dos centros externos que colaboran en la vigilancia. Los científicos realizan una PCR al agua para buscar los genes que señalan la presencia del virus. El concepto es similar al de la prueba con el bastoncillo, aunque con especificidades. A diferencia de la sangre o la saliva, las aguas residuales deben someterse previamente a un examen de contaminación. "Imagínate que alguien lava un coche y vierte los residuos por el alcantarillado. La muestra estaría estropeada", afirma Lastra. Comprobada la normalidad del vertido, este se centrifuga hasta reducirlo a nanolitros.
A este pequeño volumen se le añaden una serie de productos que iluminan los genes que señalan al SARS-Cov-2. Los restos detectados son contabilizados. "Al haber pasado por el sistema digestivo humano, el virus está desactivado. Por eso decimos que contamos cadáveres. Nos interesa saber el número, no solo si está", comenta el coordinador de innovación en red del Canal Isabel II. El resultado pasa por un denso cribado estadístico, en el que se relaciona la cifra de dianas genéticas descubiertas y la población que vierte al punto del que fue extraída la muestra. La conclusión final se manda a las autoridades. Han pasado entre 24 y 30 horas desde que el técnico visitó la fuente de aguas residuales.
Tratamiento de las muestras de aguas residuales en laboratorio
© Foto : Cortesía del Canal Isabel II
Entre 60 y 65 muestras son analizadas en un día. "Si el resultado no es razonable, repetimos la operación. Al final no son matemáticas, sino biología", asevera Lastra. En una semana 330 pruebas son examinadas. Como mínimo, una de cada punto de recolecta. "Semanalmente, damos una vuelta a toda la población", asegura. En total, más de seis millones de personas.
Vigía llega para quedarse
El sistema de rastreo de las aguas residuales es una de las herramientas que utiliza la Consejería de Sanidad para tomar decisiones respecto a la pandemia. Ayuda a predecir las fluctuaciones de la curva de contagios en los municipios de la Comunidad de Madrid. "Podemos decir que es una herramienta complementaria. Nosotros monitorizamos a toda la población con poca precisión. No podemos decir que personas están contagiadas, ya que trabajamos con tendencias. La PCR sanitaria es más certera, pero solo tiene datos de las personas a las que le han hecho la prueba", explica Lastra.
Recogida de muestras de aguas residuales en la Comunidad de Madrid
© Foto : Cortesía de Canal Isabel II / D.Sinova
Vigía, en la que trabajan más de 30 personas, ha llamado la atención lejos de las fronteras autonómicas. La Unión Europea recomienda el uso de sistemas como el de Madrid para detección precoz del virus. Es más, "anima encarecidamente" a los países miembros a establecer estructuras de vigilancia de las aguas residuales antes del 1 de octubre de 2021. El método madrileño ya ha sido presentado en foros nacionales e internacionales. El 18 de marzo se mostró a la ONU.
"Como empresa pública, estamos dispuestos a compartir conocimientos. Nos han llamado desde otras ciudades europeas, interesadas en el funcionamiento de Vigía. No todos los sitios tienen un sistema similar o les ha funcionado bien. Nosotros estamos encantados de ayudar a quien sea a montar algo parecido o a mejorar el propio".
Una estructura que no desaparecerá con el fin de la pandemia. La intención es dejar una red de alerta de 87 puntos preparada para controlar futuras pandemias. Atenderá a la monitorización del SARS-CoV-2, pero también de otros coronavirus. Incluso, con otro tipo de enfermedades infecciosas que se puedan detectar en el agua. "Si Sanidad nos pide que busquemos trazas de otro virus, podemos hacerlo. Cambian los compuestos, pero la metodología siempre es la misma", remarca Lastra. En caso de agravarse la situación sanitaria, la red se levantará de forma inmediata. La rueda volvería a girar. Ahora se sabe que puede hacerlo. "Más vale pronto que tarde", sentencia el experto del Canal Isabel II. Mejor prevenir que curar.