En el universo, hay varios tipos de agujeros negros, pero solo dos básicos y más importantes. El primero no gira, es eléctricamente neutro y tiene la masa de nuestro Sol. El segundo es un agujero negro supermasivo, con una masa de millones e incluso miles de millones de veces mayor que la del Sol.
Además de la diferencia de masa, lo que también los diferencia es la distancia desde su centro hasta su horizonte de sucesos, una medida llamada distancia radial. El horizonte de sucesos de un agujero negro es el punto de no retorno y todo lo que pase por este punto será tragado y desaparecerá para siempre de nuestro universo conocido.
La distancia radial depende de la masa del respectivo agujero negro y es clave para que una persona sobreviva al caer en uno. Para un agujero negro con una masa solar, el horizonte de sucesos tendrá un radio de algo menos de tres kilómetros.
De este modo, alguien que caiga en un agujero negro de tamaño estelar se acercará mucho más al centro del agujero negro antes de pasar el horizonte de sucesos. Esto implica, debido a la cercanía del centro del agujero negro, que la atracción del agujero negro sobre una persona diferirá en un factor de 1 billón de veces entre la cabeza y los pies. Bajo este impacto, una persona simplemente será dividida en trozos finos parecidos a espaguetis.
En cambio, el agujero negro supermasivo en el centro de nuestra Vía Láctea tiene una masa de unos cuatro millones de masas solares y un horizonte de sucesos con un radio de 12 millones de km o 17 radios solares.
Ahora bien, una persona que cayera en un agujero negro supermasivo llegaría al horizonte de sucesos mucho más lejos de la fuente central de atracción gravitatoria, lo que significa que la diferencia de atracción gravitatoria entre la cabeza y los pies sería casi nula. Por tanto, la persona atravesaría el horizonte de sucesos sin ser repartida en trozos.
Otro factor importante
La mayoría de los agujeros negros están rodeados por discos muy calientes y turbulentos, compuestos por gas y polvo u otros objetos como estrellas y planetas que se acercaron demasiado al horizonte y cayeron en el agujero negro —discos de acreción—. Estos discos harían imposible el viaje de un ser humano hacia dentro del agujero.
Para entrar en uno con seguridad, habría que encontrar un agujero negro supermasivo que estuviera completamente aislado y que no se alimentara del material que está alrededor. Sin embargo, incluso si se encontrara un objeto celeste así, todo lo que se observara en el interior del agujero negro quedaría confinado dentro del horizonte de sucesos, ya que nada, ni siquiera la luz, puede escaparse de allí.