Ayako Yagi decidió romper con la famosa superstición y ahora cuenta con varios gatitos negros que reciben cariñosamente todos los días a los clientes que llegan hasta este lugar.
Ahora las personas que no son supersticiosas pueden pasar su tiempo libre en este café rodeados de estos gatitos negros por unos 10 dólares la hora.
El gatocafé es un negocio altruista que se ha hecho muy popular en algunos países de Asia y también en algunas ciudades de Rusia, pero hasta ahora no existía ninguno donde solo acogen a gatos negros.
Los clientes de este tipo de cafés por lo general son personas que aman a los gatos y más que por el café o los postres que puedan vender allí, asisten específicamente a este tipo de lugares para acariciarlos, jugar con ellos o alimentarlos.