En su reciente informe, los analistas estadounidenses recomiendan preparar flotas de cazas F-35 en toda la Alianza del Atlántico Norte "para llevar a cabo operaciones dentro del alcance de las defensas aéreas más sofisticadas de Rusia, y hacer hincapié en la misión de supresión de las defensas aéreas enemigas".
Según los analistas, los cazas de quinta generación podrían" penetrar la defensa antiaérea rusa" y "hacer una significante contribución en las primeras horas" de combate.
Además, el informe propone a la OTAN "desarrollar conceptos operacionales para rastrear, atacar y destruir formaciones blindadas en movimiento".
Rusia tiene desplegados en su territorio decenas de divisiones de avanzados sistemas de defensa antiaérea S-400 que, según el Ministerio de Defensa del país, protegen las regiones blindadas "contra cualquier agresión".
El S-400 Triumf (SA-21 Growler en la clasificación de la OTAN) es capaz de abatir aparatos aéreos de tecnología furtiva, misiles de crucero, misiles balísticos tácticos y táctico-operativos.
Con un alcance de hasta 400 kilómetros, los misiles interceptores del sistema pueden abatir blancos a alturas de hasta 30 kilómetros.
El país también está desarrollando el novedoso sistema de defensa antiaérea S-500 Prometei con un alcance de 600 kilómetros y una capacidad de derribar simultáneamente hasta diez objetivos balísticos que se desplazan a velocidades supersónicas (hasta siete kilómetros por segundo) y destruir ojivas de combate de misiles hipersónicos.
El F-35 es un avión de combate de quinta generación, que, además de las Fuerzas Aéreas de EEUU, está en servicio de varios de sus aliados. El programa de Lockheed Martin F-35 Lightning II ya ha costado unos 1,5 billones de dólares, es el más caro de la historia.
A principios de este año, un informe del Pentágono reveló que el F-35 presenta problemas en la precisión de su armamento y más de 800 fallos técnicos.