Surge entonces la pregunta: ¿son realmente seguras estas vacunas?
La pandemia del coronavirus, de una manera u otra, ha causado gran impacto en la vida de prácticamente todos los habitantes del planeta. Por esta razón, el interés en el surgimiento de una vacuna contra el COVID-19 es extremadamente alto. Sin embargo, la velocidad del desarrollo de este medicamento genera muchas dudas acerca de su seguridad.
El 12 de octubre, la farmacéutica Johnson & Johnson anunció que ha detenido temporalmente las pruebas de de su vacuna contra el COVID-19 debido a una "enfermedad inexplicable" que padece uno de los participantes. La empresa, que realizaba el ensayo clínico fase 3 en 60.000 pacientes, no ha proporcionado más detalles sobre el estado del paciente.
Menos de un mes después, el ensayo ya se había reanudado tanto en el Reino Unido como en otros países. En Estados Unidos, sin embargo, permanece paralizado a la espera de los resultados de la investigación de la Administración de Medicamentos y Alimentos —FDA, por sus siglas en inglés—.
El incidente generó preocupación en Japón, donde también se llevan a cabo los ensayos clínicos de la vacuna de AstraZeneca. En el país asiático, el ensayo se reanudó el 2 de octubre. Para entender mejor acerca de los efectos secundarios que pueden surgir durante los ensayos, Sputnik habló con Toshiro Shirakawa, profesor de la Universidad de Kobe y representante del Departamento de Investigación y Desarrollo de Vacunas Orales contra el COVID-19 en el país.
"Los eventos adversos ocurren a menudo durante los ensayos clínicos de nuevos medicamentos, no solo durante los de las vacunas. Esta vacuna utiliza una tecnología relativamente nueva y creo que llevará algún tiempo probar la relación causal entre los efectos secundarios y la vacuna", afirmó el académico.
Shirakawa puso de relieve que las pruebas se detuvieron tan pronto como se descubrió un efecto secundario y continuaron solamente después de que un examen independiente verificara el caso que llevó a su suspensión temporal.
El profesor subrayó que después de ser aprobadas —lo que todavía no es el caso de los preparados de AstraZeneca o Johnson & Johnson—, "casi todas las vacunas tienen un alto grado de seguridad". Se pueden administrar a los ancianos y a las personas con comorbilidades, es decir, con enfermedades concomitantes, aseguró el científico.
"Sin embargo, diferentes vacunas tienen diferentes grados de seguridad. Por ejemplo, se debe tener especial cuidado al aplicarse una vacuna viva atenuada. Lo mismo puede decirse de la vacuna contra el COVID-19. Aquí, también, el grado de seguridad puede variar según el tipo de vacuna", agregó Shirakawa.
Por lo tanto, Shirakawa enfatizó que es muy importante que las empresas sean transparentes con la población acerca del desarrollo de los preparados y los problemas encontrados en los ensayos.
"La vacuna generalmente se administra a personas sanas, por lo que entiendo completamente una reacción tan fuerte ante la aparición de efectos secundarios después de la vacunación. Creo que es necesario explicar en detalle a las personas todas las ventajas y desventajas de cada vacuna, según las estadísticas", concluyó el profesor.