Para nuestros antepasados, que se dedicaban por lo general a la caza y a la recolección y que nunca supieron cuándo llegaría su próxima comida, estos mapas cognitivos probablemente habrían sido útiles. Pero un nuevo estudio muestra que para el humano moderno esa ayuda no es nada buena en la cocina, escribe Science Alert.
La comida basura, también conocida como chatarra, contiene, por lo general, altos niveles de grasas, sal, condimentos y azúcares, así como numerosos aditivos alimentarios, como el glutamato monosódico potenciador del sabor o la tartrazina, que es un colorante alimentario.
En la naturaleza los animales suelen buscar ante todo alimentos que les proporcionen mucha energía. Los seres humanos podrían tener esa misma cualidad, pero un mayor nivel de procesamiento cognitivo podría superar este reflejo. Y esta cuestión sigue siendo objeto de debate.
Otro estudio apunta a un sistema cognitivo "optimizado para la búsqueda de comida energéticamente eficiente". En un laberinto sus participantes siguieron una ruta específica olfateando y probando 16 alimentos dulces y salados altos y bajos en calorías. La mitad de los voluntarios solo podía oler la comida, mientras que otros podían probarla y olerla. A nadie se le dijo al principio que los alimentos se podían comer. Cuando lo supieron, optaron entre un 27% y un 28% más por la comida saludable.
Los participantes también sintieron interés por "conocer" el contenido calórico de los alimentos y su olor. Y es que el olfato y la memoria están estrechamente unidos dentro del cerebro, si bien la capacidad de oler de un ser humano a menudo es inferior a la de otros mamíferos.
"Sin embargo, nuestras observaciones muestran la capacidad intacta de los individuos para distinguir diferentes tipos de olores, deducir las propiedades calóricas de los alimentos a partir de olor y localizar objetos en el espacio", dicen los autores.
Al mismo tiempo los investigadores recuerdan que el sentido del olfato bien desarrollado ha dado una ventaja de supervivencia a nuestros ancestros.
Sin embargo, aún es pronto para decir cómo estos procesos cognitivos influyen en nuestro comportamiento y selección de alimentos hoy en día.
Que esta teoría de la alimentación óptima fuese aplicable al ser humano podría ayudar a explicar por qué es tan difícil tomar decisiones dietéticas saludables en la actualidad.
"El sesgo cognitivo puede facilitar el elegir alimentos con alto contenido calórico", afirman los científicos.
Los resultados del estudio correspondiente fueron publicados en la revista Scientific Reports.