Mientras el presunto envenenamiento del opositor ruso, Alexéi Navalni, sigue siendo un asunto con más preguntas que respuestas, su cubertura en los medios occidentales vista con retrospectiva recuerda cada vez más a una guerra de información o una campaña de publicidad muy bien calculada.
Actualmente, parece que su objetivo desde el principio ha sido sacar a Navalni del olvido, conseguir su aparición en los medios rusos (incluidos los oficialistas) para que no sea solo un personaje de redes sociales y, por último, equipararle con el presidente ruso, Vladímir Putin, como político. Es decir, que el público internacional, así como el público ruso hable de Putin y de Navalni en el mismo contexto.
Lo más curioso de toda esta crónica que a primera vista parece increíble, como es cualquier acusación sin prueba alguna, es que el titular engaña al lector. Lo más curioso es que en la realidad Navalni no acusa a Putin de su envenenamiento, sino dice que no tiene más versiones, que no es lo mismo. Que uno no tenga más versiones no es suficiente para fundamentar la acusación contra una persona, menos aun contra un líder de Estado.
También es curioso recordar que a pesar de que a uno le pueda parecer una noticia bomba, la acusación contra Putin no es nueva. Navalni no hace más que repetir las palabras de otro opositor ruso, Vladímir Milov, pronunciadas a principios de septiembre. "Oposición acusa a Putin por caso Navalni. Para la oposición rusa, no cabe duda sobre el responsable del presunto envenenamiento de Navalni", titulaba la edición en español de Deutsche Welle.
Como parece también que no se acuerdan de que no es la primera hospitalización de Navalni por presunto envenenamiento. "Alexéi Navalni: qué se sabe de la hospitalización del principal opositor de Putin en Rusia", titulaba BBC News Mundo en julio de 2019.
Como hemos dicho ya, uno de los objetivos principales de la actual campaña en los medios internacionales con motivo del caso Navalni es equipararle con el presidente ruso, Vladímir Putin, como político. Conseguir que el público internacional, así como el público ruso hable de Putin y de Navalni en el mismo contexto. La mejor prueba de ello es el hecho de que la canciller alemana, Angela Merkel, visitara a Navalni mientras estaba ingresado en un hospital de Berlín.
"El opositor ruso Alexéi Navalni anuncia que recibió la visita de Merkel en el hospital", titula a una de sus crónicas la edición en español de Euronews.
En esta ocasión particular, hay dos cosas que son importantes. Tanto la propia visita de Merkel que no se reúne con cualquiera, sino solo con personas de su rango. Como el hecho de que Navalni lo anuncie, lo haga público, cuando los medios internacionales hablan de que Merkel pide explicaciones a Putin por el presunto envenenamiento del opositor.
"La UE trabaja en la adopción de una Ley Magnitski contra la impunidad de la corrupción", titula a una de sus crónicas la edición en español de Euronews.
De las declaraciones del Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, nos enteramos de que efectivamente Bruselas ve el caso Navalni como una oportunidad para subirse al último vagón del tren de las sanciones antirrusas que Europa pudo evitar al no aprobar su versión de la Ley Magnitski. Francamente, es curioso escuchar las palabras del señor Borrell cuando dice que esas nuevas sanciones por parte de la Unión Europea podrían contener las injerencias rusas en el viejo continente. Lo único que podrían conseguir esas sanciones antirrusas es aumentar el distanciamiento y la cada vez más notable enemistad entre Bruselas y Moscú.