Los especialistas en salud pública sostienen que la palabra aerosol es una descripción más precisa, ya que se ha demostrado que las nubes de los cigarrillos electrónicos contienen sustancias químicas nocivas que pueden quedar suspendidas en el aire y depositarse en las superficies cercanas.
Por otro lado, los estudiantes a los que se les hicieron preguntas utilizando las palabras productos químicos o aerosoles describían las emisiones como "perjudiciales" o "muy perjudiciales" dos veces más a menudo. También era más probable que estos individuos apoyaran una política para su campus 100% libre de tabaco.
"Los ambientes libres de humo y de tabaco en los campus son siempre una medida de salud pública de sentido común, y lo son especialmente en este momento, dado el fuerte vínculo entre el uso del tabaco y la transmisión del COVID-19 entre los jóvenes", afirmó el científico de salud pública Matthew Rossheim de la Universidad George Mason.
Desde 2012, el número de universidades libres de humo en Estados Unidos se ha triplicado. Sin embargo, uno de cada seis de esos campus todavía no incluye los cigarrillos electrónicos en la prohibición.
Hoy en día, los cigarrillos electrónicos son la forma más frecuente de consumo de tabaco entre los jóvenes. En gran parte porque se han comercializado como una alternativa segura a los cigarrillos normales.
Por ejemplo, en un estudio realizado en 2016 sobre las percepciones de los términos que se aplican a los cigarrillos electrónicos, los usuarios de dichos dispositivos ni siquiera se consideraban fumadores. En otro estudio reciente se comprobó que muchos consideran que la seguridad de los transeúntes es un beneficio de consumir cigarrillos electrónicos.
El Director General de Sanidad de Estados Unidos ha calificado el aumento en el uso de cigarrillos electrónicos entre los jóvenes de "epidemia" de salud pública, y los científicos están preocupados de que pueda echar a perder décadas de esfuerzos para concienciar sobre el daño de consumir tabaco.