Algunas grandes petroleras europeas, como BP, ya han reconocido que cantidades de petróleo y de gas equivalentes a miles de millones de dólares podrían quedarse bajo tierra para siempre.
La situación epidemiológica solo agudizó las dificultades de la industria, según la empresa consultora Rystad Energy, citada por Hurst. Esta espera que alrededor del 10% de los recursos petroleros recuperables del mundo —unos 125.000 millones de barriles— queden obsoletos.
Dado que la crisis también está acelerando la transición hacia una energía más limpia, es probable que los combustibles fósiles sean más baratos de lo previsto y que la emisión del carbono que contienen se encarezca. Estos hechos pueden llevar a la conclusión de que explotar algunos campos petroleros ya no tiene sentido económicamente. Así, BP declaró que ya no explotaría nuevos países.
La lista de proyectos en riesgo incluye la explotación en aguas profundas frente a la costa de Brasil, en Angola y en el golfo de México, según Rystad. Los proyectos canadienses en arenas petrolíferas como es expandir el yacimiento Sunrise en Alberta también están en la cuerda floja.
Sin embargo, en las Malvinas todavía hay esperanza de que las perspectivas mejoren, opina Hurst. En el proyecto León Marino se veía a nivel mundial una buena oportunidad cuando Rockhopper Exploration descubrió el campo en 2010. Pero Premier Oil, el socio de Rockhopper, suspendió los trabajos a principios de este año y, el 15 de julio, canceló 200 millones de dólares de inversión. Ahora Rockhopper considera que el yacimiento aún se puede recuperar, informa Bloomberg.