Desde el punto de vista geológico, es la corteza externa del planeta la que distingue los continentes de los océanos. La capa oceánica de la Tierra es relativamente más delgada y está compuesta principalmente de basaltos que se formaron como resultado del derretimiento del manto subyacente de la Tierra.
La corteza continental es más gruesa y su composición granítica es el resultado del magma que fue evolucionando en lo más profundo de nuestro planeta antes de solidificarse. Dicho magma suele formarse en las zonas de subducción, es decir, donde dos placas tectónicas se deslizan una sobre la otra.
Llegaron a esta conclusión tras haber estudiado la geometría y la estructura interna de la sienita —una especie de roca ígnea plutónica— presente en la lava solidificada de las mesetas. Además, los científicos fueron capaces de reconstruir su historia y descubrieron que sus muestras se parecen mucho a las rocas extraídas de un gran número de intrusiones de magma en la corteza continental.
Ahora se preguntan si la intrusión de la sienita podría apuntar a la formación de un nuevo continente. Para responder a este rompecabezas, el equipo está estudiando la composición química de las sienitas. Los resultados de dicha investigación ayudarán a conocer su origen y a entender cómo ha evolucionado el magma a lo largo de miles de años.