Tomar agua siempre es sano, pero en el caso de los fumadores es especialmente interesante, ya que esta ayuda a limpiar el organismo de las sustancias venenosas que se han ido depositando en el cuerpo. Además, tener las manos ocupadas con una botella ayuda a distraerse del deseo de fumar.
"Una botella de agua en las manos permite al fumador tenerlas ocupadas. Al fumar las manos están ocupadas. Por eso, un trago de agua puede ser un sustitutivo en cierta medida", comenta Diomin a Sputnik.
Pero además, el agua cumple la función de aliviar los dolores de cabeza tan habituales en personas que acaban de dejar el tabaco. Esto es común "sobre todo en las primeras semanas tras dejarlo, dado que se produce un déficit de nicotina en el organismo", explica el experto, pero aumentar la cantidad de agua que bebemos puede ser de ayuda.
"El consumo [del agua] acelera el metabolismo en el organismo. En este caso es necesario renunciar a las bebidas gaseosas y calóricas y beber simplemente agua. Además, si se bebe agua antes de las comidas, se puede limitar la cantidad de lo que se ingiere", aconseja el interlocutor de Sputnik.
Todos estos consejos pueden ser un buen complemento en la lucha por dejar el tabaco, pero es evidente que la mejor herramienta es la fuerza de voluntad y el compromiso real para acabar con este hábito.