La sal, denominada cloruro de sodio en jerga científica, es un componente natural de algunos alimentos, pero cada vez está más extendida la creencia de que el rechazo total a esta da buenos resultados cuando tratamos de perder peso o evitar tener la tensión alta.
Como producto natural, es bueno y necesario que consumamos una pequeña cantidad diaria de sal (entre 3 y 5 gramos al día), ya que sin esta las funciones neuromusculares y el proceso digestivo se verían severamente afectados. Pero también causa hipertensión.
Esto último se debe a que, en palabras de la especialista, "la sal retiene líquidos y, por tanto, hace que aumente la tensión", pero al mismo tiempo recuerda que esto no es necesariamente malo en el caso de algunas personas:
"Las personas que pierden mucha sal necesitan [ingerir] más: es el caso de quienes viven en una zona calurosa o hacen mucho deporte", comenta Solomátina.
Eso sí, la doctora recuerda que no hay por qué abusar de este condimento, y que cuanto más lo hagamos, más difícil será parar, ya que podemos acostumbrar al cuerpo a ingerir comida muy salada y eso hará que, al cabo de un tiempo, todo nos parezca soso. Es mejor usar menos sal para poder apreciar el sabor real de los alimentos.
"Si no echamos suficiente sal a la comida, tendremos hinchazón. En muchos casos, [al tratar de perder peso], lo que se pierde no es tejido graso, sino el exceso de agua en el cuerpo. Perderemos volumen, será más agradable subirse a la báscula. Pero cuando volvamos a consumir sal, todo volverá rápidamente a su sitio", advierte la locutora de Sputnik.
Igual de negativo que la falta de sal resulta el exceso de la misma: "si hay demasiada sal, se producirán cambios en el metabolismo, se retendrán líquidos y será difícil para el organismo hacer frente a esto, por lo que costará más adelgazar y quemar grasa".