En Venezuela hay varias sectores de la oposición, que van desde el espectro radical y recalcitrante pro-Washington, hasta algunos grupos con indicios democráticos y de proyecto que simplemente son contrarios a la manera en la que se ha llevado el país estos últimos 21 años.
El sector apoyado por Washington ha despilfarrado o simplemente robado cientos de millones de dólares en ayuda por parte de los contribuyentes de EEUU, ha saqueado como hordas oclocráticas los activos de Venezuela en el exterior y, lo que es peor, ha tirado a la basura todo un capital político logrado en las elecciones de 2015.
Estos son los que han apoyado la guerra de agresión contra Venezuela y no quieren ninguna solución democrática al conflicto, por la razón obvia que perderían y avalarían con su participación una pronosticada derrota electoral.
Existe un sector, que si bien estuvo años anteriores apoyando los fracasados intentos de defenestrar a Nicolás Maduro por la fuerza, fueron parias del botín y de los dólares de la ayuda humanitaria, sus diferencias con los primeros son simplemente gansteriles, cuentas entre bandidos; estos están dispuestos a participar en unos comicios por cuanto no tienen nada que perder, nunca le han dado algo EEUU y no pueden coaccionarlos con sanciones personales.
Ahora bien, designar un CNE nuevo por parte de la actual Asamblea Nacional es una decisión política para que participen al menos el tercer y segundo sector opositor, no es un imperativo legal o constitucional, debido a que a la actual directiva del Consejo Nacional Electoral se le vence su mandato a finales de 2020 tal como lo establece el artículo 8 de la Ley Orgánica del Poder Electoral (LOPE), es decir, quedaría para el nuevo órgano legislativo su designación.
Sin embargo, el CNE ha sido nombrado por el Tribunal Supremo de Justicia desde la sentencia número 1556 del 09 de julio de 2002, interpretando el numeral 7 del artículo 336 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el cual establece el procedimiento a seguir en caso de omisión legislativa, previendo la Carta Magna que no haya la mayoría de 2/3 en el órgano legislativo, tal como sucede en la actualidad, no hay una facción política que por sí aglutine dicha mayoría.
Sí, el mismo CNE que le dijo al mismísimo Chávez 'no' a una reforma constitucional, el mismo que dijo en el 2015 que ganó la oposición la Asamblea Nacional, el mismo que dijo Jimmy Carter que era el mejor sistema electoral del mundo, el mismo que ha avalado más de una veintena de elecciones, orgullo institucional y legado de la Revolución para el mundo libre, democrático y republicano.