Esta insólita historia transcurre en un escenario particular: un avión de la aerolínea estatal más grande de América Latina, Aerolíneas Argentinas, que volaba desde Madrid hacia Buenos Aires. Tiene como protagonista a un hombre de unos 70 años, y de actores secundarios a su esposa, dos familiares, y dos profesionales de la salud.
Enseguida después, se escucha por los altoparlantes una solicitud de la tripulación a los pasajeros: que informen si presentan síntomas de COVID-19, y reparten una declaración jurada sanitaria. El señor firma la declaración y no dice ni 'mu' a la tripulación.
El conflicto se da en el siguiente acto, cuando el avión está cruzando el Atlántico: el hombre comienza a toser y se le empieza a complicar para respirar. El señor es atendido por dos médicos que viajaban en el mismo avión, con suministro de oxígeno y medicación del botiquín de la aeronave.
En ese momento de máxima tensión, se revela la información que daría sentido a toda la situación: el señor había tenido un cuadro febril los días previos, ni más ni menos que de 38,5 grados, incluso había llegado a consultar a un médico, quien le recetó paracetamol y era la droga que estaba consumiendo.
Antes del episodio, Página 12 informó que algunos de los tripulantes de Aerolíneas Argentinas (que ya ha repatriado a más de 10.000 argentinos varados en Brasil, Colombia, Perú, España y Estados Unidos), están en cuarentena.