La psicóloga clínica Liz Amador, una de las pocas que utiliza esta tecnología aplicada a salud mental en Chile, define a la realidad virtual como una "simulación computarizada en 3D de ambientes distintos al lugar donde uno está". Se puede aplicar en patologías muy diversas; una de las más frecuentes son las fobias.
"Trabajo entre 20 y 30 minutos con el paciente conectado a las gafas de realidad virtual. En ese tiempo, además de ir viendo lo que él ve, chequeo su ritmo cardíaco y su respiración para controlar que no se ponga muy nervioso. Poco a poco lo voy exponiendo a los estímulos que más le asustan", explicó.
Además de las fobias sirve para tratar el dolor, y en este caso el terapeuta traslada a la persona hacia ambientes serenos y armoniosos, algo que en la terapia tradicional se realiza a través de la imaginación. El dispositivo contiene alrededor de 80 ambientes distintos, desde campos y cascadas hasta aviones y espacios cerrados.
Luego de unos minutos de adaptación, el cerebro se convence de que se encuentra en ese lugar y así se genera el aprendizaje. La terapia lleva en promedio ocho sesiones, pero depende del paciente y del problema que se esté tratando.
"Se puede trabajar en manejo del dolor, depresión, ansiedad social, estrés. Con este último uno se toma más tiempo porque puede resultar muy grato para el paciente escaparse un rato de su mundo real a través de esta realidad virtual, hasta que lo aprenda a hacer por sí solo", concluyó.