La nebulosa planetaria CVMP 1, ubicada en la constelación de Circinus a 6.500 años luz de la Tierra, se formó tras la muerte de una estrella masiva de la clase de las gigantes rojas.
Las nebulosas planetarias se forman cuando las gigantes rojas se desprenden de las capas externas en la etapa final de su evolución. Nuestro Sol también formará una nebulosa planetaria después de quemar combustible de hidrógeno en unos 5.000 millones de años, señala el comunicado del laboratorio de astronomía óptica-infrarroja de la Fundación Nacional para la Ciencia de EEUU (OIR Lab NSF).
Es un fenómeno astronómico fugaz que dura solo unas pocas decenas de miles de años frente a varios miles de millones de años de la esperanza de vida de la estrella madre.
Las observaciones muestran que la estrella central de la nebulosa CVMP 1 tiene una temperatura de al menos 130.000 grados centígrados, mientras que los gases que componen el reloj de arena son principalmente helio y nitrógeno, lo que indica que el sistema se está acercando al final de su ciclo de vida.